Diversos obispos brasileños han expresado su honda preocupación por la difícil situación política que vive ese país, sumergido en una fuerte recesión y en el escándalo más grande de corrupción de su historia.
El Obispo de la diócesis Frederico Westphaln –estado de Rio Grande do Sul–, Mons. Antonio Carlos Rossi Keller, lamentó que a los brasileños "nos robaron: robaron nuestra esperanza, nuestro futuro, nuestra dignidad, mucho más que nuestro dinero".
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"Somos un pueblo enfermo, sin horizontes", señaló el Prelado a través de su cuenta en Facebook.
La Operación Lava Jato ha remecido el país. Se trata del proceso de investigación de lo que se considera el caso de corrupción más grande de la historia de Brasil, con más de 2 mil 700 millones de dólares desviados.
El escándalo tiene como eje central la compañía nacional de petróleos, Petrobras, y ha alcanzado a todos los partidos políticos de Brasil y a gigantes de la industria de la construcción como Odebrecht, cuyo hoy ex presidente –Marcelo Odebrecht– ha sido condenado a 19 años de prisión por este caso.
El 13 de marzo, más de tres millones de brasileños salieron a las calles de 200 ciudades a protestar por los escándalos de corrupción y la fuerte recesión que vive el país.
Como un intento de blindar al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva de las investigaciones que pesan sobre él, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, decidió nombrarlo ministro de la Casa Civil.
Esta decisión ha tenido diversos obstáculos, con fallos judiciales que trataron de impedir que Lula da Silva asuma el cargo.
El Obispo de Palmares, Mons. Henrique Soares da Costa, criticó en redes sociales la crisis del país. "Están destruyendo la joven democracia brasileña, ¡están poniendo en riesgo lo que se construyó con tanto sacrificio!".
El Arzobispo de Belo Horizonte, Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, se expresó en un reciente artículo, y criticó que la política partidaria de Brasil instaló "indiscutiblemente el caos en la sociedad".
Al analizar la crisis de corrupción que investiga la Operación Lava Jato, el Prelado recordó la amenaza del "interés malsano por el dinero, para alimentar sensaciones ilusorias de poder y seguridad".
"La idolatría del dinero –alertó– es peligrosa, genera ilusiones y desgasta el sentido más noble de la política, que es promover el bien común".
El Arzobispo de Sao Paulo, Cardenal Odilo Pedro Scherer, también se pronunció al respecto. La crisis, a su criterio, es por una parte fruto de la "intensificación de las posiciones políticas", a la vez que "de las investigaciones sobre los actos de corrupción, de desvíos" en la administración pública.
Las circunstancias, indicó, revelan "cierta fragilidad del actual gobierno, inclusive en las decisiones importantes a tomar".
"Por supuesto que la presidenta Dilma y sus asistentes tienen todo el derecho de tomar sus decisiones, sin embargo la sociedad está viendo con ojos diferentes esta decisión", dijo, al referirse al nombramiento del ex presidente Lula da Silva como ministro.
Para el Cardenal, esta "no fue la mejor cosa para hacer" en el actual "momento de la historia y de gobierno que estamos viviendo".
El Arzobispo de Sao Paulo destacó que "la población brasileña tiene voluntad de hablar, de participar", lo cual "es bueno, es señal de un crecimiento de la conciencia política y de la conciencia democrática". Sin embargo, alentó, estas manifestaciones deben guardar el "orden legal, democrático y público".
El Cardenal Scherer expresó su deseo de que el país "logre superar, maduro, este momento de crisis y también crisis económica que está pesando muy fuertemente sobre la población" y que pueda "encontrar una solución".
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- ACI Prensa (@aciprensa) 17 de marzo de 2016