Ante la posible legalización de la eutanasia en Canadá, el Arzobispo de Ottawa, Mons. Terrence Prendergast, indicó que la persona que pide el suicidio asistido no tiene derecho a recibir la unción de los enfermos porque está "rechazando la esperanza que supone y que trata de aportar este rito".
Este sacramento se otorga a las personas mayores o a los enfermos de gravedad. Una de las gracias que otorga es el perdón de los pecados. "Pero no podemos ser perdonados previamente por algo que vamos a hacer, como realizar un suicidio asistido que es un pecado grave", comentó Mons. Prendergast a Canadian Catholic News.
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En febrero del año pasado la Suprema Corte de Canadá dictaminó por unanimidad que los doctores pueden ayudar a acabar con su vida a aquellos pacientes que tienen enfermedades severas o incurables. Anteriormente la ley penalizaba el suicidio asistido con hasta 14 años de cárcel.
El 25 de febrero el gobierno publicó un reporte final en el indicaba que todas las instituciones públicas de salud debían practicar la eutanasia y el suicidio asistido. Esta resolución también afecta a los centros y hospitales católicos.
Este reporte tampoco protege a los doctores que por motivos morales y religiosos objeten aplicar el suicidio asistido. Se espera que el Parlamento tenga una respuesta en junio de 2016.
La reacción de los obispos canadienses
En enero el Presidente de la Conferencia Episcopal de Canadá, Mons. Douglas Crosby, manifestó al Parlamento que "cuidar de los moribundos no incluye matarlos o ayudarlos a que se maten" y que el gobierno debe garantizar los derechos de conciencia.
Mons. Crosby también dijo que el gobierno canadiense debería priorizar los cuidados paliativos, financiar las investigaciones y formaciones para encontrar la forma de aliviar el dolor de los pacientes y mejorar los programas de prevención para el suicidio.
Por su parte, los obispos de la Diócesis de Alberta lanzaron un mensaje por la Jornada Mundial del Enfermo donde advirtieron que este tipo de resoluciones socavan los derechos de conciencia de los médicos y otros profesionales de la salud que se oponen al suicidio.
"La decisión de la Suprema Corte de Canadá hace legalmente permisible en algunas circunstancias lo que es moralmente incorrecto: la privación de la vida humana inocente. Esto es inaceptable en un sociedad justa y ética", señalaron.
Asimismo, dijeron que "ningún católico puede abogar, participar en cierta forma, ya sea por acción u omisión, en el asesinato intencional de otro ser humano, ya sea por suicidio asistido o la eutanasia".
"Cuando una vida puede ser tomada a voluntad, la dignidad de todas las vidas se erosiona y se pierde todo respeto por la vida humana en la sociedad".
También expresaron que si se obliga a un médico a practicar un suicidio o una eutanasia "se tendrá que redefinir fundamentalmente lo que significa ser un médico. Matar no es medicina", dijeron.
Traducido y adaptado por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en CNA.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 11 de junio de 2015