Hoy 23 de marzo, la Iglesia Católica celebra el III Domingo de Cuaresma. La lectura del Evangelio de hoy está tomada del Evangelio de Lucas capítulo 13, versículos del 1 al 9 (Lucas 13, 1-9). Jesús se vale de la parábola de la higuera estéril para recordarnos una gran verdad: El Señor es misericordioso, paciente y está dispuesto a acompañarnos, pero a nosotros nos toca responder iniciando un camino de conversión real.
En la narración, una vez más, Jesús cuestiona que haya una relación directa entre los padecimientos o la muerte de alguien con el pecado: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”. Jesús llama a la conversión, porque siendo la muerte inevitable, podemos “perecer” para siempre por no habernos arrepentido.
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A continuación, se vale de la parábola de la higuera estéril para ilustrar su misericordia y su justicia. Un hombre tenía una higuera plantada en medio de su viñedo. Llegado el momento fue a buscar higos y se dio con que no habían. Entonces le dijo al viñador: “Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala”. El viñador sabía que su Señor estaba descontento porque la higuera ocupaba espacio inútilmente, pero pidió una oportunidad más para esta: “Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré”.
Dice el Papa Francisco: “El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad ―y lo hace siempre― y le pide que espere y le conceda un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la justicia broten en ella. La higuera de la parábola que el dueño quiere erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, incapaz de hacer el bien. Es un símbolo de quien vive para sí mismo… A esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual se contrapone el gran amor del viñador por la higuera: hace esperar al dueño, tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Promete al dueño que prestará una atención especial a ese árbol desafortunado… Y esta similitud del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un tiempo para la conversión. Todos necesitamos convertirnos, dar un paso adelante, y la paciencia de Dios, la misericordia, nos acompaña en esto. A pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar por el camino del bien” (Ángelus, 24 de marzo de 2019).
A continuación presentamos la lectura del Evangelio correspondiente al III Domingo de Cuaresma.
Evangelio del día (Lucas 13, 1-9)
En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.
Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’ El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ”.