Antes de celebrar su última Misa en territorio mexicano en la "antigua feria expo" de Ciudad Juárez, el Papa Francisco se detuvo para rezar por los migrantes ante una cruz colocada frente al Río Grande en la frontera entre México y Estados Unidos.
La cruz estaba rodeada de zapatos viejos y sandalias que simbolizan la dramática situación de los migrantes que muchas veces mueren tratando de cruzar hacia Estados Unidos.
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El Pontífice se inclinó y oró en silencio durante unos minutos y dejó un ramo de flores.
Luego bendijo el lugar y dio la bendición a ambos lados de la frontera, especialmente a los migrantes que ya no pueden volver a México.