Beatriz Muñoz es enfermera y madre soltera de varios hijos. Esta tarde tuvo la oportunidad de compartir su historia ante el Papa Francisco y, sin calcular las palabras, sin maquillar sus dolores, contó su experiencia y la lucha que ha afrontado a lo largo de su vida.
A continuación el texto completo de su testimonio:
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Mi nombre es Beatriz Muñoz Hernández, tengo 52 años, soy enfermera de profesión y madre soltera. Soy la tercera de una familia de 12 hermanos.
Mi infancia estuvo marcada por la pobreza, la violencia y el abandono de mi padre, lo que me hizo no sentirme querida y fornicar en la adolescencia, quedando embarazada en varias ocasiones a lo largo de mi vida y experimentando la tristeza, el rechazo social y la soledad más profunda.
Me encontré con el amor de Dios a través de su Iglesia, y me rescató, anunciándome que me amaba, que no me rechazaba y que sobre todo me perdonaba.
Siendo enfermera, muchas veces se me ofreció la oportunidad de abortar pero Dios me ayudó a no permitir atentar contra la vida de mis hijos.
La lucha siempre ha sido difícil, pues la precariedad, la soledad y el educar a los hijos sola, la tentación del aborto siempre se presentó como una alternativa que parecía la solución a los problemas, pero con la ayuda de Dios, he podido salir victoriosa de esas batallas y encontrarme con la verdadera felicidad, no está en lo que ofrece la sociedad, sino en encontrarme con el amor del Padre, la misericordia de la Iglesia y el perdón de los pecados en Cristo.
A través de un proceso de constantes catequesis que me ha ayudado a entender y apreciar la palabra de Dios, a entrar en oración, a la vida dentro de la comunidad, la práctica de los sacramentos, sobre todo la comunión y la reconciliación, alimentan ahora mi vida y me permiten vivir la misericordia de Dios que Usted, Santo Padre, anuncia para todos los fieles, permitiendo que en mi trabajo de enfermera y en mi familia, pueda dar testimonio, anunciando el amor de Dios a los adolescentes, madres solteras y familias destruidas, siempre impulsando al encuentro con Cristo a través de la Iglesia que me ha acogido como Madre.
Santo Padre, solo pido su bendición, oración y fortaleza para las miles de mujeres que se enfrentan ante la falsa salida del aborto, para que puedan encontrarse como yo, con una Iglesia que les ama y les acoge.