El Papa Francisco presidió una Misa esta tarde en la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México ante miles de personas a quienes, siguiendo el tono de su discurso a los obispos, alentó a los fieles a ser sus embajadores para hacer el bien sobre todo a los más débiles y pidió no dejarse vencer por los sufrimientos o dolores.
Luego de un recorrido de unos 40 minutos desde la Nunciatura hasta la llamada Villa, adonde llegó a las 4:38 p.m. (hora local), el Santo Padre recorrió el lugar en medio de un gran ambiente de alegría y entusiasmo de todos los fieles asistentes que se calcula son unos 40 mil según estimaciones de las autoridades.
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La Villa estaba totalmente abarrotada de personas que recibieron al Papa con diversas porras como la clásica "¡Esta es la juventud del Papa!"
El Pontífice ingresó a la Antigua Basílica o Templo Expiatorio de Cristo Rey donde se revistió para la Misa, que se inició a las 5:00 p.m. como estaba programada y que fue concelebrada por una gran cantidad de obispos y sacerdotes.
Portando el báculo que solía usar San Juan Pablo II, Francisco inició el procesional hacia la nueva Basílica mientras saludaba y bendecía a los fieles, pasando por encima de unas coloridas alfombras de aserrín.
Antes de ingresar, el Papa prendió una gran vela votiva por el Año de la Misericordia, para cruzar luego la Puerta Santa del gran templo.
El canto de entrada fue "Bendito el que viene en nombre del Señor" entonado por el coro de la Basílica que resonó en la iglesia mientras el Santo Padre inciensaba la tilma de Guadalupe, tras lo cual la multitud estalló en aplausos.
En su homilía, el Pontífice afirmó que "el Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones, especialmente de los jóvenes sin futuro expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas, y la de los ancianos sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones".
El Papa recordó luego que Santa María de Guadalupe "nos dice que tiene el «honor» de ser nuestra madre. Eso nos da la certeza de que las lágrimas de los que sufren no son estériles. Son una oración silenciosa que sube hasta el cielo y que en María encuentra siempre lugar en su manto".
"¿Acaso no soy yo tu madre? ¿No estoy aquí? No te dejes vencer por tus dolores, tristezas, nos dice. Hoy nuevamente nos vuelve a enviar; como a Juanito, hoy nuevamente nos vuelve a decir, sé mi embajador, sé mi enviado a construir tantos y nuevos santuarios, acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas".
Luego de recordar que todos deben aportar en la tarea de construir el santuario de Dios, el Papa alentó a los fieles: "tan sólo camina por los caminos de tu vecindario, de tu comunidad, de tu parroquia como mi embajador, mi embajadora; levanta santuarios compartiendo la alegría de saber que no estamos solos, que ella va con nosotros. Sé mi embajador, nos dice, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo".
"Socorre al que está preso, no lo dejes solo, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios.
Y en silencio le decimos lo que nos venga al corazón ¿Acaso no soy yo tu madre? ¿Acaso no estoy yo aquí?, nos vuelve a decir María. Anda a construir mi santuario, ayúdame a levantar la vida de mis hijos, que son tus hermanos".
Francisco resaltó asimismo que "todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la «altura de las circunstancias» o por no «aportar el capital necesario» para la construcción de las mismas".
Al concluir la Misa el Papa y los obispos mexicanos rezaron unos minutos mirando a la tilma de la Virgen.
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VIDEO y TEXTO: Homilía del Papa Francisco de la Misa de la Basílica de Guadalupe https://t.co/RjoupTDIcI
- ACI Prensa (@aciprensa) febrero 14, 2016