El Papa Francisco obsequió una corona a la Virgen de Guadalupe y la bendijo durante la Misa en la Basílica dedicada a ella en su honor.

La corona la entregó el Santo Padre al Rector de la Basílica. Este don es la máxima expresión del respeto y veneración que un Pontífice puede obsequiar. Esta es la oración que pronunció en la bendición:

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Bendito eres, Señor,
Dios del cielo y de la tierra,
que con tu misericordia y justicia
dispensas a los soberbios
y enalteces a los humildes;
de este admirable designio de tu providencia
nos has dejado un ejemplo sublime
en el Verbo encarnado y en su Virgen Madre:
tu Hijo, que voluntariamente se rebajó
hasta la muerte de cruz,
resplandece de gloria eterna
y está sentado a tu derecha
como Rey de reyes y Señor de señores;
y la Virgen que quiso llamarse tu esclava,
fue elegida Madre del Redentor
y verdadera Madre de los que viven,
y ahora, exaltada sobre los coros de los ángeles,
reina gloriosamente con su Hijo,
intercediendo por todos los hombres
como abogada de la gracia
y reina de misericordia.
Mira, Señor, benignamente a estos tus siervos
que, al ceñir con una corona visible
la imagen de la Madre de tu Hijo,
reconocen en tu Hijo al Rey del universo
e invocan como Reina a la Virgen,

 

Haz que, siguiendo su ejemplo,
te consagren su vida
y, cumpliendo la ley del amor,
se sirvan mutuamente con diligencia;
que se nieguen a sí mismos
y con entrega generosa
ganen para ti a sus hermanos;
que, buscando la humildad en la tierra,
sean un día elevado a las alturas del cielo,
donde tú mismo pones
sobre la cabeza de tus fieles
la corona de la vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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