Este lunes, al recibir a más de 5.000 religiosos y religiosas en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco confesó que le cuesta mucho "cuando veo el decrecimiento de las vocaciones"; ante ello, dio a los consagrados y consagradas unos consejos: golpear con una oración intensa "a la puerta del corazón" del Señor por más vocaciones, discernir las verdaderas vocaciones, y evitar la tentación de aferrarse al dinero cuando una comunidad envejece.
Esta audiencia fue con motivo de la semana conclusiva del Año de la Vida Consagrada, que será clausurada mañana por el Pontífice con una Misa en la Basílica de San Pedro. Ante los miles de religiosos, Francisco dejó de lado el discurso oficial y prefirió improvisar unas palabras para reflexionar sobre los desafíos de la vida consagrada.
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"Les confieso que me cuesta mucho cuando veo el decrecimiento de las vocaciones, cuando recibo a los obispos y les pregunto: '¿Cuántos seminaristas tienen?' – '4, 5…'. Cuando ustedes en sus comunidades religiosas –masculinas o femeninas – tienen un novicio, una novicia, dos…y la comunidad envejece, envejece…Cuando hay monasterios, grandes monasterios (…), que son llevados adelante por 4 o 5 religiosas ancianas (…) esto me provoca una tentación contra la esperanza: 'Pero Señor, ¿qué sucede? ¿Por qué el vientre de la vida consagrada se hace tan estéril?'", expresó.
Francisco advirtió que ante este panorama "algunas congregaciones hacen el experimento de la 'inseminación artificial'. ¿Qué hacen? Reciben: 'Pero sí, ven, ven, ven…'. Y después los problemas que hay ahí dentro… No. ¡Se debe acoger con seriedad! Se debe discernir bien si esta es una verdadera vocación y ayudarla a crecer. Y creo que contra la tentación de perder la esperanza, que nos da esta esterilidad, debemos rezar más. Y rezar sin cansarnos".
En ese sentido, recordó el pasaje bíblico cuando "Ana –la mamá de Samuel-, rezaba y pedía un hijo. Rezaba y movía los labios, y rezaba… Y el viejo sacerdote, que era un poco ciego y que no veía bien, pensaba que estaba ebria. Pero el corazón de aquella mujer (decía a Dios): '¡Quiero un hijo! Se lo pregunto a ustedes: su corazón, ante este decrecimiento de vocaciones, ¿reza con esta intensidad?".
"El Señor –aseguró Francisco- que fue tan generoso no faltará a su promesa. Pero debemos pedirlo. Debemos golpear a la puerta de su corazón. Porque hay un peligro –y esto es feo, pero debo decirlo-: cuando una Congregación religiosa ve que no tiene hijos y nietos y comienza a ser más pequeña, se pega al dinero".
"Ustedes saben que el dinero es el estiércol del diablo", advirtió el Papa. "Cuando no pueden tener la gracia de tener vocaciones e hijos, piensan que el dinero salvará la vida; y piensan en la vejez: que no falte esto, que no falte lo otro… ¡Y así no hay esperanza! ¡La esperanza está solo en el Señor! El dinero no se las dará nunca. Por el contrario: ¡Te tira abajo! ¿Comprendido?".
Antes de concluir, el Santo Padre agradeció a los consagrados "por todo lo que hacen". Además, dirigiéndose a las mujeres, preguntó: "¿qué sería de la Iglesia si no existirían las religiosas?".
"Esto lo he dicho una vez: cuando tú vas al hospital, a los colegios, a las parroquias, en los barrios, en las misiones, hombres y mujeres que han dado su vida… En el último viaje en África – esto lo he contado, creo, en una audiencia – he encontrado a una religiosa de 83 años, italiana: ella me ha dicho: 'desde cuando tenía, no recuerdo si me ha dicho 23 o 26 años, que estoy aquí. Soy enfermera en un hospital – pensemos desde los 26 años hasta los 83 – y he escrito a los míos en Italia que ¡no regresare jamás!'".
"Cuando tú vas a un cementerio –indicó Francisco-, y ves que hay muchos misioneros religiosos muertos y tantas religiosas muertas a 40 años porque se han enfermado, estas fiebres de estos países, han quemado sus vidas… Tú dices: '¡Estos son santos! ¡Estos son semillas!'. Debemos decir al Señor que baje un poco sobre estos cementerios y vea que cosa han hecho nuestros antepasados y nos dé más vocaciones, porque tenemos necesidad".
"Por favor, no se olviden la profecía de la obediencia, la cercanía, el prójimo es más importante, el prójimo más próximo es el hermano y la hermana de la comunidad, y luego la esperanza. Que el Señor haga nacer hijos e hijas en sus congregaciones. Y recen por mí. Gracias", concluyó.
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TEXTO COMPLETO: Discurso del Papa a los consagrados y consagradas en el Aula Pablo VI https://t.co/SCg3blEXzM
- ACI Prensa (@aciprensa) febrero 2, 2016