El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, invitó a los fieles a pedir a Dios que, en este Año de la Misericordia, salga "al encuentro de nosotros" y nos sane de la soledad, "la enfermedad más dura que hoy se extiende" en jóvenes, adultos y ancianos.
El Purpurado hizo esta invitación durante la apertura de la última Puerta Santa de la Arquidiócesis, que se encuentra en la parroquia Nuestra Señora de Fátima en el distrito de Miraflores, a cargo de los sacerdotes de la Comunidad de Jesús.
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En su homilía, el Arzobispo señaló que "la enfermedad más dura que hoy se extiende en la juventud, en la gente madura y en la gente de la tercera o cuarta edad, es la soledad, que se olviden de mí". Sin embargo, recordó que "Dios no es soledad". "Nunca estamos solos, con trabajo o sin trabajo, con salud o enfermedad, llenos de pecado o limpios de pecados, pobres y ricos, Jesús está con nosotros".
El Purpurado indicó que esta enfermedad también se percibe en las redes sociales. "Esa soledad del twitter, del whatsapp, del facebook, nos aísla", y por ello, en el Año de la Misericordia, pedimos al Señor: "Sal al encuentro de nosotros, acompáñanos, conviértenos en esos agentes, testigos de la misericordia".
En ese sentido, dijo que "la respuesta a ese pecado que te aísla es lograr que la familia sea el gran centro de la misericordia y preguntarnos: ¿Qué puedo hacer yo en mi familia? ¿Puedo sonreír más, puedo ser más amable?, ¿puedo escuchar un poco más? Cada miembro de la familia pregúntese qué puede hacer para hacer del ambiente de la familia un lugar más agradecido, más alegre, y más servicial".
Por ello, invitó a padres y abuelos a recuperar el ambiente del hogar, haciendo de la familia la primera escuela cuyo centro sea la Misa dominical. "Dejemos de lado la comodidad, la pereza y la televisión; ya no es el martirio, son como esas pequeñas flojeras que se han metido que nos llevan muchas veces a alejarnos de este día central de la fe en que se renueva el misterio pascual, en que Jesús vuelve a entregar su cuerpo y alma, en que Jesús vuelve a acercarse a cada uno para perdonarlo, para llenarlo de alegría, para invitarlos a esa felicidad eterna", expresó.
Finalmente, se dirigió a la comunidad jesuita encargada de la parroquia. "Me ha parecido muy oportuno que una puerta de la misericordia esté aquí en Fátima porque ustedes, padres jesuitas, siempre están a la espera de los penitentes, están como pioneros de la misericordia (…). Les agradezco porque aquí (en la parroquia Nuestra Señora de Fátima) y en (la iglesia de) San Pedro, todo Lima sabe que siempre encontrará un sacerdote dispuesto a escuchar y confesar, ojalá en muchas Iglesias tuviéramos esa disponibilidad".