En la localidad de Barbastro, Huesca (España) se encuentra el Museo de los Mártires Claretianos. Un lugar donde se pueden ver las pertenencias, cartas e incluso los restos mortales del grupo de 51 religiosos claretianos que murieron a causa de su fe durante la persecución religiosa de la Guerra Civil y en cuyos últimos días se inspiró la película "Un Dios Prohibido".
Sobre estos mártires ACI Prensa conversó con el religioso claretiano José Beruete que contó, entre otras cosas, que muchos de los cráneos de estos testigos de fe están rotos porque "aunque sabían que iban a morir, iban cantando. Los milicianos no lo entendían y querían hacerles callar golpeándoles con la culata de los fusiles".
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Este grupo de mártires claretianos fue beatificado en 1992 por San Juan Pablo II. Posteriormente la congregación decidió abrir el museo que ofrece "un mensaje de fe, perdón y reconciliación, de amor a Jesucristo, a la Virgen María ya la Iglesia así como a la Congregación Claretiana de la que formaban parte".
Durante esa persecución religiosa también fue asesinado Ceferino Giménez Malla, más conocido como El Pelé, un laico gitano perteneciente a la orden tercera de San Francisco.
Al año suelen pasar unas 5 mil personas. Beruete apunta que "el número de visitantes aumentó bastante después del lanzamiento de la película 'Un Dios Prohibido'".
Entre las reliquias está una reproducción del maletín de médico en el que escondieron las formas sagradas cuando fueron detenidos. Durante su encierro en un colegio convertido en cárcel en la zona, el cocinero escondía cada día un trozo de hostia dentro del pan que recibían en la comida para que pudieran comulgar. "La comunión clandestina les dio fuerza para vivir esos días heroicos", explican.
También se pueden ver las últimas cartas que escribieron en el papel que envolvía algunos alimentos que recibían en donde queda patente el perdón a sus enemigos y la paz que mantenían a pesar de que sabían que iban a morir.
Uno de los claretianos presos, el beato Faustino Pérez, dejaba por escrito que después de que murieran el día anterior 6 de sus hermanos presos, en el día en el que escribe la carta sabe que otros 11 serán enviados al paredón.
Sin embargo describe esos duros momentos como llenos de serenidad: "esperamos el momento con generosa impaciencia y cuando ha llegado, hemos visto besar los cordeles con los que los ataban, y a otros dirigir palabras de perdón a la turba armada; cuando va en el camión hacia el cementerio los oímos gritar: ¡Viva Cristo Rey! Responde el populacho, rabioso, ¡muera! ¡muera!".
"Morimos todos contentos, sin que nadie sienta desmayos ni pesares, morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora", escribe el mártir apuntando que decía esto "en nombre de todos los mártires de Barbastro".
La Guerra Civil Española (1936-1939) se caracterizó por una violenta persecución religiosa y el anticlericalismo especialmente presente en la sociedad.
Durante los años que duró murieron miles de sacerdotes, laicos y religiosos muchos de los cuales han sido beatificados posteriormente como mártires ya que murieron conscientes de que el motivo era su fe.
Esta persecución religiosa también comprende la destrucción del patrimonio artístico religioso y documental.
Más información: http://www.martiresdebarbastro.org/es/historia.html
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- ACI Prensa (@aciprensa) abril 4, 2013