El Papa Francisco recibió ayer en audiencia a los participantes de un congreso sobre la formación de los sacerdotes, promovido por la Congregación para el Clero en la Universidad Urbaniana. En su encuentro, el Santo Padre describió algunas características de "un buen sacerdote".
Un buen sacerdote, señaló el Papa, "es ante todo un hombre con su propia humanidad, que conoce su propia historia, con sus riquezas y sus heridas, y ha aprendido a hacer las paces con ella, llegando a la serenidad de fondo, propia de un discípulo del Señor".
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"De ahí que la formación humana sea una necesidad para los sacerdotes, para que aprendan a no dejarse dominar por sus límites, sino a aprovechar sus talentos", aseguró.
El Santo Padre explicó que "el sacerdote es un hombre nacido en un determinado contexto humano. Allí comienza a aprender sus primeros valores, absorbe la espiritualidad del pueblo, se acostumbra a las relaciones".
"Los sacerdotes también tienen una historia: no son 'setas' que brotan repentinamente en la catedral el día de su ordenación. Es importante que los formadores y los mismos lo recuerden y sepan tener en cuenta esta historia personal a lo largo del camino de la formación", dijo.
Francisco subrayó que la vocación sacerdotal "es un don que Dios da a algunos para el bien de todos".
La humanidad de los sacerdotes, indicó el Papa, "es la 'vasija de barro' en la que guardamos el tesoro de Dios, un recipiente del que debemos cuidar para transmitir así su precioso contenido'".
"Un sacerdote no puede perder sus raíces", dijo, pues "sigue siendo un hombre del pueblo y de la cultura que lo han generado".
"Nuestras raíces nos ayudan a recordar quienes somos y donde Cristo nos ha llamado. Nosotros, los sacerdotes no caemos del cielo, somos llamados por Dios, 'entre los hombres', para constituirnos 'en favor de los hombres'".
Al responder al llamado de Dios, "nos hacemos sacerdotes para servir a nuestros hermanos y hermanas. Las imágenes de Cristo que tomamos como referencia para el ministerio de los sacerdotes son claras: Él es el 'Sumo sacerdote', del mismo modo cerca de Dios y cerca de los hombres; es el 'Siervo', que lava los pies y se acerca a los débiles; es el 'Buen Pastor', cuyo fin siempre es el cuidado del rebaño".
"No somos sacerdotes para nosotros mismos, y nuestra santificación está estrechamente ligada a la de nuestro pueblo, nuestra unción a su unción", señaló.
Al finalizar, el Papa señaló que "el sacerdote está siempre 'en medio de otros hombres', no es un profesional de la pastoral o la evangelización, que llega y hace lo que tiene que hacer –a lo mejor bien, pero como si fuera un trabajo– y luego se va a vivir una vida independiente".
"Nos hacemos sacerdotes para estar entre la gente", reiteró Francisco, y señaló que los sacerdotes "no son filántropos ni funcionarios, sino padres y hermanos".
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- ACI Prensa (@aciprensa) noviembre 20, 2015