Vive en una ciudad castellana, no utiliza su verdadero nombre por su seguridad y la de su familia, pero ha contado a unomasdoce.com cómo salió de Siria y cómo es su vida en España. Su fe greco-católica se ha mantenido fuerte a pesar de las dificultades, por eso pide a Dios "la paz y que termine esta guerra", "necesitamos la ayuda de los cristianos del mundo para Siria".

Él es greco-católico, vivía en Alepo con su mujer y sus dos hijos. Es licenciado en Derecho y ejercía como abogado en su ciudad. "Antes de la guerra vivíamos bien; trabajaba en mi bufete", recuerda. Sin embargo todo cambió cuando estalló la guerra porque Alepo se dividió en dos, una parte controlada por grupos armados y la otra por el gobierno sirio.

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"La situación más dura la sufren los que viven en el área de la zona de Alepo controlada por el Gobierno porque a diario hay cohetes, morteros, bombas, coches-bombas, secuestros, bloqueos, cortes de electricidad y de agua, también cortes de carretera entre Alepo y otras ciudades. No dejan entrar alimentos a esa zona. No es una vida normal", asegura a la web de información unomasdoce.com.

Sobre los ataques que sufre Siria, asegura que grupos radicales como ISIS o Al-Nusra y otros que llegan desde Chechenia o Europa tiene el objetivo de hacer que "todo el mundo piense como ellos. Los cristianos en Siria no pueden actuar con libertad, no pueden profesar públicamente su fe. No hay libertad".

Una situación tremendamente inestable en la que vivieron durante años, hasta que decidieron dejarlo todo y huir a Europa. "Había dos maneras: una de ellas es ilegalmente como está ocurriendo ahora en gran medida, la otra era a través de un visado. Intenté esta segunda opción a través de dos embajadas, una de ellas era la de Francia y otra la de España", asegura.

Según cuenta, eligió España para su nueva vida lejos de la guerra porque ya conocía el país. Había participado en la JMJ de 2011 junto con su esposa y se alojaron en la casa de una familia con la que entablaron amistad. "Nos invitaron a venir y la familia tendió lazos para facilitar los trámites", explica.

A pesar de que su salida era "legal", los grupos armados habían bloqueado las salidas de Alepo a otras ciudades y muchos cristianos habían sufrido secuestros. "Hasta mayo 2014 no pudimos hacerlo. Entonces el Gobierno abrió caminos que son muy largos pero seguros. Esto es mejor que otras rutas", asegura. Viajaron desde Alepo hasta la frontera del Líbano en coche. Una vez allí visitaron la embajada de España donde solicitaron un visado. Allí les dijeron que tenían que esperar un mes hasta saber si les darían o no el permiso de viaje. Por eso tuvieron que volver a Siria, porque la vida en el Líbano era demasiado cara para ellos.

Sin embargo, varias semanas después recibieron la llamada de la embajada por la que les concedían el visado para España. Volaron desde Beirut hasta Madrid.

"Nuestros amigos españoles de la JMJ nos abrieron su hogar y nos ayudaron (…) a encontrar casa", asegura.

También destaca el apoyo que han recibido de Cáritas para hacer frente a los gastos. "Hemos percibido la ayuda y cercanía de la Iglesia para que no nos sintamos solos. Desde Cáritas no nos falta ayuda para afrontar nuestra nueva situación", insiste.