El Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Eguren, animó a los fieles a pedir a Cristo que les enseñe que la verdadera felicidad está en servir al prójimo y no ambicionar el poder.
Durante la Misa dominical, previa a la procesión del Señor de los Milagros en Piura, el Arzobispo reflexionó sobre el pasaje del Evangelio donde Santiago y Juan "le manifiestan al Señor una ambición humana: sentarse uno a la derecha y el otro a la izquierda en el reino de Jesús, un reino que ellos conciben como terreno, lleno de gloria y de poder".
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"Sentarse a la derecha y a la izquierda era pedirle a Jesús los lugares principales, de mayor honor y poder. Los otros diez apóstoles no estaban tampoco libres de esa ambición porque el Evangelio nos dice que al oír este pedido empezaron a indignarse contra Santiago y Juan y a disputar entre sí. En ellos la ambición era más fuerte que la amistad y generaba división y rencillas entre ellos", indicó.
El Prelado recordó que Cristo explicó "que esta petición está fuera de lugar en la vida de un discípulo suyo" y lo que un cristiano debe "ambicionar" es "beber su cáliz". "Lo que debemos ambicionar es la cruz, es hacer de la vida una vida de amor, de entrega y de servicio a los demás. Es estar dispuesto a dar la vida por los hermanos", afirmó.
En ese sentido, Mons. Eguren invitó a los fieles a pedir al Señor de los Milagros que los ayude a comprender "que la verdadera felicidad está en servir a los demás, no en servirnos de los demás".
"Ayúdanos a comprender que servir es cuidar a los frágiles de nuestra familia, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo, como son entre otros los niños por nacer amenazados por el aborto, los adolescentes y los jóvenes, los ancianos y los enfermos (…). Porque como nos enseña el Papa, el servicio siempre mira el rostro concreto del hermano, toca su carne, siente su cercanía, padece su sufrimiento y busca la promoción del hermano", recordó.
Asimismo, se refirió al Sínodo que se realiza en la Santa Sede y alentó a rezar para que Cristo "devuelva a nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer (…). Recemos por los trabajos y frutos del Sínodo de la Familia".
Finalmente, pidió rezar que el Señor de los Milagros libre a la población del peligro "de un Fenómeno del Niño extremadamente severo o extraordinario que pueda sembrar muerte y destrucción, y que más bien nos conceda la gracia de un tiempo sereno con suficiente lluvia, tan necesaria para nuestra subsistencia y para la fecundidad de nuestros campos y la sobrevivencia de nuestro ganado".