"Me siento muy feliz de que estés aquí, todo está saliendo bien, mira ya estás grande, te amo, te amo, te amo, me haces la mamá más feliz del mundo", dice al bebé que lleva en su vientre Mercedes Huarcaya, una joven madre peruana de 30 años que rechazó abortar a su hija por sufrir un agresivo cáncer de mama en estadio tres.
Era el mes de abril Mercedes se había enterado que estaba gestando por tercera vez. Todo era alegría en su hogar de Andahuaylas, ciudad en la sierra del Perú, hasta que recibió el diagnóstico de cáncer.
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"Tuve que venir con urgencia acá a Lima porque me dijeron de que es urgente por la sospecha que tenía acerca del bulto que me creció en la mama derecha", contó la joven madre al programa periodístico Punto Final.
"Me sentí destrozada, pensé que el mundo para mí ya se estaba terminando. A mi mente se me venían muchas cosas, decía de que si yo voy a morir, qué va a ser de mis hijos".
Algunos médicos de su pueblo le habían sugerido que era mejor abortar porque el bebé probablemente podria tener malformaciones y nacer mal.
"Simplemente lloraba –narró Mercedes– lloraba tanto porque no es fácil perder a un bebé, a un niño. Simplemente viendo a mis dos hijos decía yo: 'este bebé a pesar de que me dicen que simplemente es sangre, es tan pequeñito, es como ellos (...) No lo voy a hacer jamás (abortar)".
Esta valiente madre, profesora de matemáticas y agricultura, optó por la vida suya y la de su bebé. En el hospital Rebagliati de Lima le dijeron que si quería sobrevivir, tenían que actuar rápido y extirparle uno de los senos. Su vida corría peligro y también la de su pequeña.
"Posibilidades de que mi bebé nazca no la vi en un 100 por ciento, solamente se podría en un 10 por ciento o en un 5 por ciento. Pero siempre hubo médicos que me dijeron: '¿Tú amas a tu bebé?' Entonces lucha por él'", contó la joven.
Debido a las quimioterapias que recibe desde hace tres meses ha perdido cabello y su cuerpo se ha vuelto más frágil. Sin embargo, aunque tiene miedo, no pierde la fe y la esperanza.
Antes de saber el sexo de su tercer hijo, Mercedes con una sonrisa en el rostro expresó: "a mí me gustaría que sea mujercita, una niña… pero que sea la voluntad de Dios. Lo que me mande será un placer tenerlo".
El Señor escuchó sus deseos y cuando le comunicaron que se trataba justamente de una mujer, dijo emocionada: "me siento muy feliz porque Dios me ha dado más de la cuenta, es una recompensa que Dios me está dando, es un premio para mí, agradezco todo".
Mercedes vive actualmente en el distrito de los Olivos (Lima) en la humilde zapatería de su tío Tomás, quien ha adaptado un viejo colchón en su negocio donde duerme para que su sobrina esté cómoda en su cuarto. Él la siente como su hija y por ello la atiende, le prepara la comida y la lleva al hospital.
En el centro de salud, la doctora Gabriela Ferrer, Oncóloga de del Seguro Social de Salud (EsSalud), señaló que "Mercedes está recibiendo el tratamiento estándar que recibiría cualquier mujer en su condición sin embarazo. Se cuida bastante, realmente es una guerrera como todo el mundo lo destaca".
"Ella misma me pide no me dé muchos medicamentos, ni para la náusea, ni para nada, yo voy a tolerar esto porque puedo hacerlo y porque quiero la salud de mi bebé", añade.
La valiente madre tiene ya seis meses de gestación y cuenta los días para conocer a su bebé cuando la dé a luz en una cesárea. El parto se adelantará para que la niña no sea más afectadas por la quimioterapia y el tratamiento que debe recibir Mercedes.
"La van a poner en una incubadora. También me dijeron que no voy a poder darle pecho, no voy a poder darle de lactar porque después de que nazca todavía van a continuar con las quimioterapias. Todo se puede acumular en la leche y hacerle daño al bebé".
Mercedes también le dijo a su bebé por nacer que: "sé que juntas vamos a luchar, vamos a vencer este cáncer. Yo voy a cuidarte, no tengas miedo, mamita está contigo y aférrate aquí a mi barriguita. Agárrate de mí que no te va a pasar nada, no voy a permitir que te pase nada".