El Papa Francisco habló esta mañana en su homilía de la Misa en la Casa Santa Marta del riesgo de juzgar a los demás y creerse mejor que ellos, algo de lo que incluso él mismo debe tener cuidado, precisó. Por eso, alabó la capacidad de que uno se acuse a sí mismo y sepa detenerse cuando vaya a hablar mal de los otros, puesto que quien actúa así se convierte en un hipócrita.
El Pontífice afirmó que el Señor habla de una "recompensa" si no se actúa de esa manera: "'No juzguen y no serán juzgados. No condenen y no serán condenados'".
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"Pero nosotros podemos decir: esto es bonito, ¿eh? Y cada uno de ustedes puede decir: 'Pero Padre, es bonito, pero ¿cómo se hace eso?, ¿Y cuál es el primer paso para ir en este camino?'".
"El primer paso es acusarse a sí mismo. La valentía de acusarse a uno mismo antes que acusar a los otros".
San Pablo, en las lecturas del día "alaba al Señor porque le ha elegido y le da gracias porque 'me ha dado confianza poniéndome a su servicio', porque yo era 'un blasfemo, un perseguidor y un violento'. Pero tuvo misericordia", dijo el Papa.
Francisco aludió a las palabras de Jesús cuando alude a "la paja en el ojo ajeno del hermano y la viga que está en el tuyo". "Primero -prosiguió- es necesario quitar la viga del propio ojo, acusarse a sí mismo" y no sentirse "el juez para quitar la paja de los ojos de los demás".
"Y Jesús usa esa palabra que solamente usa con aquellos que tienen una doble cara, doble alma: '¡hipócrita!, ¡hipócrita!'. El hombre y la mujer que no aprenden a acusarse a sí mismo se convierten en unos hipócritas", manifestó el Santo Padre. "Comenzando por el Papa, hacia abajo: todos", aseguró a continuación.
"Si uno de nosotros no tiene la capacidad de acusarse a sí mismo y después dice, si es necesario, a quien se deban decir las cosas de los otros, no es cristiano, no entra en esta obra tan bella de la reconciliación, de la pacificación, de la ternura, de la bondad, del perdón, de la magnanimidad, de la misericordia que nos ha llevado Jesucristo".
El Pontífice afirmó que lo primero es pedir "la gracia al Señor de una conversión" y "cuando me viene a la mente pensar en los defectos de los otros, detenerse". Pero también "tener la valentía que tiene Pablo" de decirse las cosas.
"Ahorremos los comentarios sobre los otros y hagamos comentarios sobre nosotros mismos. Y este es el primer paso de este camino de la magnanimidad. Porque aquel que sabe mirar solamente la paja en el ojo del otro termina en la mezquindad, un alma mezquina, llena de pequeñeces, llena de murmuraciones".
Francisco terminó invitando a pedir esta gracia "de seguir el consejo de Jesús: ser generosos en el perdón, ser generosos en la misericordia".
Para canonizar "a una persona existe todo un proceso, se necesita un milagro, y después la Iglesia" la proclama santa. Pero "si se encontrara alguna persona que nunca, nunca, nunca hubiese hablado mal del otro", "se la podría canonizar rápidamente".
Evangelio de hoy
Lucas 6,39-42
"¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?"