En medio de conmoción por las violentas imágenes de la reportera húngara Petra Lazslo pateando a varios refugiados que tratan de ingresar a Hungría escapando de la policía de inmigración, un sacerdote de la región fronteriza de Röszke está listo para recibirlos en su parroquia y pide a húngaros y extranjeros superar miedos y tensiones.
Esta semana las redes sociales se encendieron contra Lazslo, por un video en el que se ve cómo hace una zancadilla a un padre con su pequeño hijo y patea a menores de edad en la frontera de Hungría con Serbia. La mujer fue despedida de su trabajo y enfrentaría una pena de hasta siete años de cárcel por sus actos.
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Advertencia: el video contiene imágenes de violencia
En este contexto, la agencia AFP informó que el sacerdote Thomas Liszkai que labora en Röszke, muy cerca de donde ocurrió la agresión, está dispuesto a hacer vida el llamado el Papa Francisco de acoger a los refugiados sin importar su origen ni credo.
"Hay que aportar ayuda en estas situaciones. Debemos dar amor a estos migrantes, a estos hombres, mujeres y niños", asegura el sacerdote de 39 años, que ha decidido poner un albergue de 30 camas a disposición de los refugiados.
"Con el frío que hace por la noche es importante que esta gente encuentre un lugar caliente para dormir con sus hijos", advierte.
El presbítero comenta a AFP que está listo para recibirlos pero la policía aún no permite que los refugiados dejen los campamentos "para ser inscritos".
Pese a la oferta de acogida en su iglesia, "los migrantes no han querido venir porque tienen miedo de que una vez aquí se los lleven a campos". "No es importante saber quién es quién. El Papa dijo que debemos ver a un ser humano en cada uno de estos migrantes, sin racismo", recordó.
El sacerdote reconoce que le queda mucho por hacer. "Mucha gente tiene todavía miedo de ayudar realmente" pero "tenemos que ser más fuertes que nuestros miedos".
Una mujer de nombre a Katlin dijo a AFP que "somos seres humanos, también somos mamás, sabemos que tenemos que ayudar. Pero, por ejemplo, cuando les llevamos comida, la tiran. ¿Qué pensar de esto, cuando para nosotros las cosas también son difíciles?".
El comentario de esta madre de familia viene luego que se difundieran imágenes en las que se ve a un grupo de refugiados musulmanes rechazar los empaques de comida, posiblemente porque tenían la cruz de la Cruz Roja.
La desconfianza mutua es real, reconoce el P. Liszkai. "Todos estos migrantes no tienen más que hacer una seña y los albergaremos".
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- ACI Prensa (@aciprensa) septiembre 9, 2015