El líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), José Daniel Ferrer, dirigió una carta abierta al Papa Francisco para expresarle "la más cálida bienvenida" y solicitarle que interceda "por los derechos de los oprimidos, que en Cuba somos la gran mayoría" y por "la liberación de más de medio centenar de presos políticos que sobreviven bajo condiciones infrahumanas en las cárceles cubanas".
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En la carta, el exprisionero de conciencia de la Primavera Negra de 2003, afirmó que los miembros de la UNPACU, "como la mayoría de los cubanos", admiran la humildad del Pontífice y aplauden "su postura a favor del diálogo constructivo, su constante preocupación y defensa de los oprimidos, de los marginados, de las víctimas de conflictos armados y toda clase de violación de la dignidad humana y los derechos fundamentales de las personas".
"También aplaudimos su preocupación por el medio ambiente, el cambio climático y en particular su importante mediación en el proceso de diálogo entre el gobierno de EEUU y el régimen unipartidista cubano", indicó.
En su carta, Ferrer García afirmó que el Papa encontrará una Cuba diferente a la descrita en 1998 por el entonces Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Pedro Meurice; "pero también estará en una Cuba muy similar a la visitada por el Papa polaco que tanto defendió los derechos humanos y que condenó con firmeza los errores y excesos del totalitarismo estalinista".
"Seguimos siendo 'un pueblo noble y también un pueblo que sufre'" por la "miseria material", pero "sobre todo, porque carecemos del 'preciado don de la Libertad' que el Creador quiere para todos", expresó.
El líder de la UNPACU dijo que desde la visita de San Juan Pablo II el mundo se ha estado abriendo a Cuba, "pero el gobierno cubano, de manera reticente, aparenta abrirse al mundo, al tiempo que continúa cerrado al sentir de todo un pueblo y sigue negando derechos y libertades sin los cuales es imposible la felicidad y el bienestar de las naciones y del individuo".
"Hay quienes hablan de 'reformas' en nuestra bella nación, pero sin dudas, quienes usan este término, exageran. Las medidas tomadas por el gobierno son aún insuficientes, no van a la raíz del problema", denunció Ferrer. Sin embargo, dijo que "el miedo a la represión poco a poco se va venciendo".
Como dijo Mons. Meurice a San Juan Pablo –indicó Ferrer-, en Cuba "verá 'el alma de una nación que anhela reconstruir la fraternidad a base de libertad y solidaridad'. Y Ud. puede ayudar en la consecución de tan loable fin".
"Por su estatura moral y con su sabia mediación, Ud. puede interceder y abogar por los derechos de los oprimidos, que en Cuba somos la gran mayoría, Ud. puede interceder por la liberación de más de medio centenar de presos políticos que sobreviven bajo condiciones infrahumanas en las cárceles cubanas".
"Ud. puede, y estamos seguros de que es su deseo, contribuir a que el gobierno cubano comprenda que no debe continuar golpeando y deteniendo arbitrariamente, todas las semanas, a decenas de mujeres pacíficas (Damas de Blanco) y a otros activistas defensores de los derechos humanos, solo porque piensen diferente e intenten practicar derechos universalmente reconocidos, como son el derecho a la libertad de expresión, asociación, reunión y manifestación pacíficas", afirmó.
El líder opositor señaló que los cubanos "le agradecerá siempre todo gesto solidario", y están seguros que "nosotros debemos ser los protagonistas de nuestra propia historia nacional y personal, Debemos solucionar nuestros graves problemas. Pero también conocemos la importancia de la solidaridad".
"Muchos miembros de nuestra organización y de otras agrupaciones de la Sociedad Civil Independiente, desean asistir, con disciplina y respeto, a sus misas, pero la policía política secreta se lo impedirá como ocurrió durante la visita de su predecesor Benedicto XVI. En nombre de los que pudieran pasar los históricos días de su visita en tenebrosos calabozos, le damos también, desde ahora, la más cálida bienvenida. (…) En Cuba le esperamos con los brazos abiertos", concluyó la carta.