Mons. Charles J. Chaput, Arzobispo de Filadelfia (Estados Unidos), manifestó que las condiciones de pobreza, de violencia y las deportaciones que sufren los inmigrantes en Estados Unidos no pueden ser ignoradas.
Con ello se refirió a la propuesta realizada por Donald Trump –el multimillonario que podría convertirse en el candidato del partido republicano para las próximas elecciones presidenciales– que considera particularmente problemática.
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"Algunos personajes públicos, en particular, y no solo Donald Trump, han pedido poner fin a la ciudadanía por nacimiento. Esta es una idea bastante mala. Juega con nuestros peores temores y resentimientos. También socava uno de los pilares de la nación americana y la identidad nacional", expresó el Prelado en un panel sobre inmigración el pasado 1 de septiembre.
La ciudadanía por nacimiento implica que cualquier persona nacida en los Estados Unidos tiene derecho automático a la ciudadanía estadounidense.
Por ello, el Arzobispo de Filadelfia indicó que "cualquier familia de inmigrantes solo necesita tener una generación más para integrar plenamente nuestra nación". Según Mons. Chaput, negar este derecho crea "una subclase permanente" de las personas que son "apátridas".
"Como cristianos, nuestra fe nos obliga a proteger a las familias migrantes. El deber y el privilegio de este el compromiso se aplican a todos por igual. La migración es un asunto de los seres humanos. Por lo tanto, tiene implicaciones morales", añadió.
El Arzobispo reconoció el papel volátil que representa la inmigración en la política estadounidense, sobre todo antes de las elecciones presidenciales de 2016.
Asimismo, lamentó el daño causado a los migrantes cuando tienen que dejar a sus hijos y también el daño causado cuando los padres indocumentados son deportados lejos de sus pequeños. El gobierno de Obama ha llevado a cabo un número récord de deportaciones que afectan a unos 2,6 millones de personas.
"Esta brutalidad afecta a las familias inmigrantes, especialmente aquellas cuyos hijos son ciudadanos de Estados Unidos", alertó.
"Alrededor de 75 mil familias con hijos que son ciudadanos estadounidenses son afectadas cada año por la deportación debido a que uno de los dos padres es retirado del suelo americano. Algunos de estos niños han sido forzados a seguir a sus padres a países que ellos no conocen. Otros se han quedado a vivir en el país sin sus padres", explicó.
Mons. Chaput recordó las palabras del Papa Francisco en su visita a la isla italiana de Lampedusa en el año 2013, punto clave de ingreso a Europa para los migrantes de África. El Pontífice recordó a los que han muerto tratando de cruzar el Mediterráneo y habló sobre la "globalización de la indiferencia" que trata a los migrantes como si fueran parte de una "cultura del descarte".
Así como el Papa Francisco, el Papa Pío y el Papa Benedicto XVI han calificado la huida de la Sagrada Familia a Egipto como refugiados y una situación de inmigrantes.
"La Familia de Nazaret refleja la imagen de Dios que está impregnada en el corazón de casa familia humana, incluso en aquellas que han sido desfiguradas y debilitadas por la emigración", dijo Benedicto XVI en el año 2007.
Las desigualdades globales fuerzan la separación de las familias, continuó el Prelado.
"La pobreza y la violencia en sus países de origen obliga a los padres a dejar a sus hijos e ir a ganar dinero al extranjero para sostener a sus familias. O en algunos casos, los padres envían lejos a sus hijos para protegerlos del peligro", añadió.
El Arzobispo de Filadelfia indicó luego que el respeto por la ley es un elemento clave para el sistema de inmigración. Sin embargo, el congreso necesita realizar una reforma de la inmigración para crear leyes fuertes que estén a favor de la familia, a la que llamó "la semilla de toda sociedad saludable".
El Prelado subrayó la reunificación familiar como piedra angular del sistema de inmigración y consideró que la reunificación debe acelerarse y que debe ser el objetivo principal del programa de refugiados. También rechazó la detención de las familias como "innecesaria e inhumana", señalando que un tribunal federal ordenó el fin de esta práctica.
Las naciones poderosas también tienen la responsabilidad de coordinar una respuesta a la pobreza y al conflicto en los otros países, que "se derrama inevitablemente a través de las fronteras", dijo.