A dos meses del Sínodo de la Familia 2015, está pronto a salir el libro "El hombre no separe lo que Dios ha unido", del doctor en exégesis bíblica P. Gonzalo Ruiz Freites, quien al recordar la enseñanza de Cristo sobre el divorcio, termina refutando los argumentos de quienes quieren cambiar la doctrina de la Iglesia y justificar la comunión para los divorciados en nueva unión.
"Es claro que la enseñanza del Señor es nueva en el mundo hebreo, donde era permitido el divorcio y las segundas nupcias, con la condición de entregar un libelo de repudio. Es en este contexto que Jesús prohíbe la posibilidad de divorciarse y volver a casarse, remitiendo a su precepto absoluto: que el hombre no separe lo que Dios ha unido", señaló el P. Ruiz Freites, doctor en exégesis bíblica en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, en las conclusiones de su obra, publicadas como adelanto por el vaticanista Sandro Magister.
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Esta obra –que saldrá publicada en los próximos días-, lleva también por subtítulo "Estudio sobre las enseñanzas del Nuevo Testamento sobre el divorcio y las segundas nupcias, en respuesta al profesor Guido I. Gargano".
En ese sentido, el objetivo del libro es recordar a los fieles las enseñanzas sobre el matrimonio y refutar duramente los ensayos del profesor Innocenzo Gargano que, bajo una mal entendida misericordia y forzando los textos bíblicos, afirma que el Señor aprueba "el libelo de repudio" y por tanto el divorcio.
"No es casualidad –advirtió Magister-, que el Cardenal Walter Kasper, líder de los innovadores (a favor de la comunión para los divorciados en nueva unión), haya citado a Gargano en apoyo de sus propias tesis, en su reciente intervención en la revista alemana 'Stimmen der Zeit'".
La obra del experto biblista tiene entre sus capítulos una breve síntesis del pensamiento de Gargano, un análisis sobre Cristo y la ley mosaica, el libelo de repudio concedido por Moisés, la dureza de corazón mencionada por Jesús en el episodio evangélico de la mujer adúltera, la enseñanza del Señor sobre el divorcio y las segundas nupcias, y la enseñanza de Jesús sobre el divorcio en los escritos de San Pablo.
La confusión de Gargano
El P. Ruiz Freites, cuyas críticas se suman a la de otros expertos como el jesuita Horacio Bojorge, advierte en su libro que "la hipótesis del padre Guido Innocenzo Gargano no tiene ningún apoyo en una exégesis seria de los textos estudiados por él, tanto en su sentido literal como en los contextos inmediatos y en el conjunto de la revelación del Nuevo Testamento".
"El suyo –señala- es un intento fallido, además, porque él ha elegido los textos que quería tratar en base a sus prejuicios y no a la precomprensión de la fe en el conjunto del Nuevo Testamento (…), los ha forzado para poder extraer conclusiones que estén de acuerdo con los preconceptos con los que había comenzado".
"Para Gargano, Jesús aprobaba el libelo de repudio como una concesión más misericordiosa. Aprobaba, por lo tanto, el adulterio que derivaba de él. Las consecuencias de un razonamiento de este tipo son desastrosas, aún cuando Gargano no lo deduce explícitamente".
Según Gargano, "Jesús no habría venido para abolir nada, sino para tomar en cuenta la situación concreta del pecador" y no para llamarlos a "salir de la situación de pecado" a través de la conversión. "Dejaría que los enfermos siguieran siendo enfermos. Él mismo deberá contentarse con no poder alcanzar el 'skopòs' deseado", criticó.
"La confusión de Gargano es grande, y su concepción de la salvación parece más protestante que católica, ya que falta una adecuada teología de la gracia. Si queremos ser coherentes con su razonamiento, debemos concluir que, al menos en algunos casos, la naturaleza humana está irremediablemente corrompida por el pecado, sin la posibilidad de ser resanada por la gracia. En una posición semejante no hay lugar para la gracia infundida en el corazón del hombre, la cual hace una nueva creatura al resanar sus heridas desde adentro y elevarla al orden sobrenatural para la participación formal en la vida divina", advirtió.
Asimismo, el P. Ruiz Freites advierte que pensar –como lo hace Gargano-, de que la ley mosaica es válida para la salvación, "aunque entrando como 'mínimo' en el reino de los cielos, es gravemente contrario a la revelación del Nuevo Testamento y, en consecuencia, a la fe cristiana. Si la ley mosaica es todavía camino de salvación, Cristo habría muerto en vano.
"Es muy grave, también, buscar imponer la validez de los preceptos de la ley antigua a los cristianos", añadió.
"La Iglesia primitiva debió afrontar entonces este problema, tanto por los judíos que abrazaban la fe como por los paganos que estaban habituados a la validez legal de la praxis de divorcio. Pero desde el comienzo la Iglesia ha sido fiel a su Señor", recordó el doctor en exégesis bíblica.
El sacerdote recuerda que la misericordia "impulsa a la conversión y al cambio del corazón"; pues Cristo no le dijo a la mujer adúltera "ve y haz que te den el libelo de repudio, así puedes seguir viviendo en la misma forma", sino que le manda "con toda claridad: 'Ve y no peques más'".
El P. Ruiz Freites afirma que "Jesús no manda cosas imposibles" y para el cambio del corazón trajo "la ley nueva, la gracia del Espíritu Santo, derramada en los corazones". "Pensar que a aquél que ha fracasado en su propio matrimonio no le es posible vivir la castidad significa no creer, de hecho, en la gracia interior de Dios, que hace del hombre viejo una nueva creatura".
Asimismo, en las conclusiones de su libro, el experto analiza la "clave hermenéutica de lectura del pensamiento del padre Gargano", quien en una carta a Magister "distingue entre 'verdad objetiva' y 'verdad subjetiva' en el campo moral-existencial".
"La distinción es inaceptable en el sentido propuesto por el autor, y abre la puerta a cualquier tipo de relativismo moral, en el que la propia conciencia se convierte en la norma suprema del obrar, incluso cuando no se corresponde con la verdad objetiva o con la ley de Dios. Por definición, la verdad es objetiva. La realidad subjetiva puede corresponderse o no con la verdad. En este último caso no se trata de la 'verdad subjetiva', sino del error, y es una obra de misericordia corregir al que se equivoca. Amar al pecador significa también esto, según la enseñanza del Señor".
El sacerdote recuerda que "el Concilio Vaticano II señala que el hombre debe gobernarse con su conciencia" y que está obligado "a buscar la verdad, sobre todo la que se refiere a Dios y a su Iglesia, y una vez conocida, a abrazarla y practicarla".
"Cada cual tiene la obligación, y por consiguiente también el derecho de buscar la verdad en materia religiosa, a fin de que, utilizando los medios adecuados, llegue a formarse rectos y verdaderos juicios de conciencia [según la prudencia]".
"Pero en la formación de su conciencia –explica el experto- los cristianos deben considerar también la doctrina de la Iglesia, orientada a la salvación de todos según el propósito de Dios salvador".
"Es por voluntad de Cristo que la Iglesia Católica es maestra de la verdad. Su misión es anunciar auténticamente la verdad que es Cristo, y al mismo tiempo declarar y confirmar con autoridad los principios del orden moral que brotan de la misma naturaleza humana. Al enseñar toda la verdad contenida en los Evangelios, entonces, la Iglesia no hace otra cosa que obedecer al mandato del Señor resucitado".
"'Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado'. En este 'todo' está incluida la enseñanza sobre el divorcio y las segundas nupcias", afirmó.
Finalmente, tras recordar que "solo la verdad hace completamente libre al hombre", el P. Ruiz Freites recuerda que la Iglesia enseña "que se deben tratar con exquisita misericordia a las personas que se encuentran en situación irregular respecto al matrimonio".
"Pero una misericordia que no tome en cuenta todas las enseñanzas del Señor en esta materia sería una falsa misericordia, porque estaría privada total o parcialmente de la verdad. Sería, entonces, causa y fuente de muchos males, tal como enseña santo Tomás de Aquino en su comentario a las bienaventuranzas del Discurso de la Montaña: 'La justicia sin misericordia es crueldad; la misericordia sin justicia es madre de la disolución'".
El texto completo de Magister y las conclusiones del libro, se encuentran en http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1351104?sp=y&refresh_ce