El 30 de julio fue el Día Mundial contra la trata de personas, un fenómeno que afecta a millones de personas en diferentes países y que ha sido denunciado reiteradamente por el Papa Francisco como "un crimen contra la humanidad".

"Es necesaria una toma de responsabilidad común y una voluntad política más fuerte para vencer en este frente… Una intervención legislativa adecuada en los países de origen, tránsito y llegada, también para facilitar la regularidad de las migraciones, puede reducir el problema".

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En ese sentido, y siguiendo el llamado de la Iglesia de defender y promover la dignidad humana, es que Cáritas y otras organizaciones católicas vienen desarrollando labores y proyectos de rescate, acompañamiento y prevención de este drama.

Según la Red Kawsay Defensores de Vidas, los traficantes de personas siguen las siguientes modalidades: reclutamiento ilícito de menores de edad, explotación sexual, explotación laboral, extracción ilegal de órganos, mendicidad ajena y matrimonio servil.

Campañas en América

Entre las varias iniciativas que se desarrollan en el continente americano, se encuentra la campaña lanzada este miércoles por la Conferencia Episcopal Colombiana llamada "A la trata diga no", para prevenir a la población sobre las estrategias, tácticas y escenarios de los tratantes, y ayudar a contrarrestar este delito mediante una red de apoyo.

La iniciativa fue presentada por las religiosas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y por la Red Kawsay Defensores de Vidas. Cuenta con el apoyo de los obispos y diversas organizaciones. El Presidente del Episcopado, Mons. Luis Augusto Castro, señaló que entre las modalidades más graves de este crimen está el mercado de embriones, que genera una ganancia de 32 millones de dólares al año.

Así como en Colombia, desde el año 2013 Cáritas Costa Rica desarrolla en varias diócesis el proyecto "Construcción de paz, equidad y tolerancia", que atiende a inmigrantes y refugiados centroamericanos víctimas de este crimen para que se reintegren a la sociedad.

El tráfico sexual en Asia

Si bien el tráfico sexual de mujeres y menores es un fenómeno que ocurre también en otros continentes, es conocido que el sudeste asiático se ha convertido en las últimas décadas en destino de quienes buscan "turismo sexual".

Entre estos destinos está Tailandia. Según la agencia vaticana Fides la trata de mujeres en este país afecta a personas de entre 13 y 20 años, captadas en Myanmar, Camboya o Laos, e incluso en países africanos como Somalia, o más cercanos a Medio Oriente como Pakistán. Las víctimas, en su desesperación por huir de la violencia y la pobreza, caen en manos de redes que las obligan a prostituirse.

Ante esto, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) de Bangkok desarrolla un proyecto para la asistencia psicológica y material de las refugiadas y víctimas de la trata.

"Las mujeres refugiadas son en su mayoría víctimas de violencia sexual, y son extremadamente vulnerables. Las ayudamos a que se sientan menos solas. Después de terribles experiencias, las mujeres pueden compartir sus sentimientos y desarrollar un sentido de solidaridad y de compartir", dice Jennifer Martin, consultora psico-social del JRS.

Cáritas también ha desarrollado un programa en Surat Thani (Tailandia), para ayudar a reforzar los controles legales para las migraciones y asistir a las víctimas. Por otro lado, en Myanmar Cáritas realiza campañas de prevención contra el tráfico de personas, sobre todo con los jóvenes. Además promueve el uso de canales de migración segura e identifica los puntos donde hay un mayor riesgo de caer en las redes de trata.

África

Entre los diferentes países africanos donde se trafican con personas está Mozambique, donde las redes secuestran mujeres con el objetivo de explotarlas sexual y laboralmente. La Caritas local ha denunciado que incluso se dan los casos de extracción de órganos para su venta al extranjero.

Para afrontar este flagelo, Cáritas tienen proyectos de capacitación dirigidos a las autoridades y a las comunidades para que puedan reaccionar, sea modificando las leyes y políticas, como denunciando a los tratantes.

El Papa Francisco, que en reiteradas veces ha condenado el tráfico de personas, señaló en abril de 2014 que "la trata de personas es una herida abierta en el cuerpo de la sociedad contemporánea, una llaga en el cuerpo de Cristo. Es un crimen contra la humanidad".