El Presidente de la Conferencia Episcopal Chilena (CECh), Cardenal Ricardo Ezzati, expresó el deseo de los obispos de que se halle la verdad del caso Quemados, reabierto por la justicia local para esclarecer la responsabilidad de un grupo de militares que en 1986 prendió fuego a dos jóvenes disidentes del régimen del general Augusto Pinochet, provocando la muerte de uno de ellos.
"Deseamos que la verdad respecto de tan graves violaciones a los derechos humanos sea esclarecida por completo. Como dice el Evangelio, la verdad nos hará libres", dijo el Purpurado respecto a la reapertura del caso Quemados. "La sociedad tiene el derecho a conocer, a saber lo que realmente ocurrió, para que nunca más vuelvan a suceder hechos tan dolorosos", reflexionó.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En declaraciones al diario La Tercera, el Cardenal Ezzati dijo que "la experiencia de muchos países indica que la verdad asoma inesperadamente, e incluso muy tarde", y recordó que "en esos años la Iglesia invitó a todos los que tuvieran antecedentes para aportar, que lo hicieran".
Sin embargo, los militares involucrados hicieron un pacto de silencio, dejando este caso sin esclarecerse.
Luego de 29 años uno de los ex conscriptos involucrados, Fernando Guzmán, reveló al ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario Carroza, que no se había tratado de un accidente como se creía, lo que llevó a la reapertura del caso.
"La existencia de pactos de silencio, sea que se los llame así o que se trate de otros modos de encubrir crímenes de lesa humanidad, atenta directamente contra los propósitos de reconciliación que tanto se necesitan", sostuvo el Cardenal Ezzati, también Arzobispo de Santiago.
Los dos jóvenes afectados en el caso Quemados fueron el fotógrafo chileno Rodrigo Rojas Denegri, que en ese entonces trabajaba para una agencia internacional y falleció días después del incidente a causa de las graves quemaduras infligidas; y Carmen Gloria Quintana, quien logró sobrevivir y someterse a tratamientos médicos en Chile y Canadá, pero que aún conserva heridas y cicatrices de gran consideración.
Una vez ocurrido el incidente, los familiares de las víctimas buscaron ayuda en la Vicaría de la Solidaridad, organismo creado por el Beato Pablo VI a solicitud del Arzobispo de Santiago de ese entonces, Cardenal Raúl Silva Henríquez, con el fin de asistir a las víctimas de la violación a los derechos humanos durante el régimen militar.
El Cardenal Ezzati subrayó el rol fundamental de la vicaría que en ese momento "trabajaba en condiciones muy difíciles con organismos del Estado y una judicatura que, en muchos casos, no efectuaba investigaciones".
"La vicaría era casi el único espacio donde la verdad de los hechos podía ser compartida y proclamada, más allá del círculo de los afectados", sostuvo el Cardenal en relación al apoyo espiritual y también judicial que entregó la entidad de la Iglesia a los familiares de ambos jóvenes.
La Vicaría de la Solidaridad registró los testimonios de familiares y testigos de las víctimas. Estos han sido solicitados por el juez Carroza y ahora son parte fundamental de la investigación.