El Arzobispo de Granada (España), Mons. Javier Martínez, animó a "leer, a ojear y releer" la encíclica Laudato Si para "ir asumiendo las verdades, las enseñanzas, las propuestas que nos hace". En ese sentido el Arzobispo comparó el cuidado a ciertas especies de animales y "lo poco protegido que está el embrión humano, el feto, el anciano, el pobre".
En su homilía de la Misa que celebró el domingo, Mons. Javier Martínez señaló dos de los puntos recogidos en esta encíclica en los que se destaca que "no somos dueños de la Creación" y que "no podemos concebirnos como hombres aislados".
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"No somos los dueños del mundo; no somos los dueños, ni siquiera, de nuestro propio cuerpo o de nuestra propia vida. Somos criaturas y administradores de unos bienes que nos han sido dados. Y cuando uno ama al que te da el regalo, uno cuida de esos bienes", explicó el Arzobispo y apuntó que los hombres no pueden concebirse como "seres aislados" y "que todo lo que sucede" en este mundo "nos importa, nos afecta y refleja nuestro modo de concebirnos a nosotros mismos".
"Cuánto nos preocupamos por la vida de ciertas especies de animales, que son preciosas -que son preciosas porque todo en la Creación es un regalo del amor de Dios-, y qué poco nos preocupamos a veces por eso que el Papa y otras personas han llamado la 'ecología humana'. Qué protegidas están ciertas especies de animales, incluso por las legislaciones del mundo, y qué poco protegido está el embrión humano, el feto, el anciano, el pobre", explicó.
Además el Arzobispo explicó que es necesaria una "verdadera revolución cultural" especialmente en el mundo desarrollado ya que "si seguimos por el camino que vamos, nuestro horizonte, casi inevitable, es la destrucción y la muerte".
Mons. Martínez indicó también que el poco cuidado del mundo enviará un mensaje a las futuras generaciones de que "no amábamos nuestra vida y no les amamos a ellos", que nos lleva a tener un "resentimiento contra la Creación" y una "actitud explotadora que destruye la Creación en la medida en que primero nos destruye a nosotros mismos".
Y subrayó que esta actitud "destruye nuestra esperanza, destruye nuestra capacidad de gratitud y de amor. Eso es el centro de la revolución cultural a la que el Papa nos invita: recuperar nuestra capacidad de gratitud y de amor por ese don precioso que el Señor nos da que es nuestra propia vida y el mundo en que vivimos".