"De parte de la Iglesia les pido perdón". "Les pido perdón por las actitudes y los comportamientos no cristianos, incluso no humanos que, en la historia, hemos tenido contra ustedes". El Papa Francisco continúa de visita en la ciudad italiana de Turín y en la mañana visitó el templo valdense de la ciudad, donde hizo esta petición. Es la primera vez en la historia que un Pontífice entra en un templo de esta confesión religiosa.
Los valdenses surgieron hace más de ocho siglos liderados por Valdo que fundó un movimiento llamado "los pobres de Lyon" (Francia). Se difundieron luego en Italia y el resto de Europa.
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Durante siglos sufrieron una severa persecución. Entre sus más firmes opositores estuvo la Iglesia Católica. Fueron excomulgados por el Papa y expulsados de España por orden del entonces Rey Alfonso II de Aragón. En 1532 se unieron a la reforma protestante calvinista.
Perseguidos y aislados los tres siglos sucesivos, los valdenses obtuvieron los derechos civiles en 1848 y se difundieron en Italia. En este país tienen unos 25 mil miembros, mientras que en Argentina y Uruguay tienen unos 15 mil.
"En nombre del Señor Jesucristo, ¡Perdónennos!", exclamó el Santo Padre.
Repasando la relación que la Iglesia Católica ha tenido en su historia con los valdenses, Francisco aseguró que "no podemos más que afligirnos frente a los conflictos y la violencia cometida en nombre de la fe, y pido al Señor que nos de la gracia de reconocernos todos pecadores y de sabernos perdonar los unos a los otros".
El Papa fue recibido a su llegada por varias personalidades, entre ellas el Presidente del Consistorio de la Iglesia Evangélica de Turín, Sergio Velluto, y el pastor responsable de la misma, Paolo Ribert.
Poco después, pronunció el discurso en el que pidió perdón por las divisiones y enfrentamientos que a lo largo de la historia hubo entre la Iglesia Católica y los valdenses, y recordó algunos hechos concretos que certifican el cambio de rumbo y las buenas relaciones de los últimos tiempos.
Recordó que ya en Argentina –cuando era Arzobispo de Buenos Aires– mantuvo algún encuentro con los valdenses de allí, en Río de la Plata, en los que "pude apreciar la espiritualidad y la fe, y aprender muchas cosas buenas".
En concreto, "uno de los principales frutos que el movimiento ecuménico ha permitido recoger en estos años es el redescubrimiento de la fraternidad que une a todos aquellos que creen en Jesucristo y son bautizados en su nombre".
"Este lazo no está basado en criterios simplemente humanos, sino en la radical experiencia compartida fundada de la vida cristiana: el encuentro con el amor de Dios que se revela a nosotros en Jesucristo y la acción transformadora el Espíritu Santo que nos asiste en el camino de la vida".
Por eso, "el redescubrimiento de tal fraternidad nos permite acoger el profundo lazo que ya nos une, a pesar de nuestras diferencias".
En este sentido, el Pontífice quiso subrayar que "se trata de una comunión todavía en camino –y la unidad se hace caminando– una comunión que, con la oración, con la continua conversión personal y comunitaria y con la ayuda de los teólogos, esperemos, confiados en la acción del Espíritu Santo, pueda ser plena y visible comunión en la verdad y en la caridad".
Sin embargo, "la unidad que es fruto del Espíritu Santo no significa uniformidad", manifestó recordando después que en el Nuevo Testamento se dice que muchos compartían la misma fe en Jesús, pero "se intuye que no todas las comunidades cristianas, de las que eran parte, tenían en el mismo estilo ni una idéntica organización interna".
No obstante, "ha sucedido y continúa sucediendo que los hermanos no aceptan la diversidad y terminan haciéndose la guerra los unos contra los otros".
"Por iniciativa de Dios, que no se resigna nunca frente al pecado del hombre, se abren nuevas vías para vivir nuestra fraternidad, y a esto no podemos escapar", dijo Francisco.
"Por lo tanto, estamos profundamente agradecidos al Señor al constatar que las relaciones entre católicos y valdenses hoy están más fundadas en el mutuo respeto y en la caridad fraterna".
Estas relaciones se han hecho evidentes en algunos hechos que el Pontífice mencionó, como la publicación en italiano de una traducción interconfesional de la Biblia, los arreglos pastorales para la celebración del matrimonio y, más recientemente, la redacción de un manifiesto conjunto contra la violencia a las mujeres.
El Papa contó también que en la pasada Pascua, la iglesia valdense de la ciudad de Pinerolo donó a los católicos el vino para la vigilia y, a su vez la diócesis entregó el pan para la Santa Cena del Domingo de Resurrección. "Se trata de un gesto entre las dos Iglesias que va más allá de la simple cortesía y que hace pregustar –como anticipo de alguna manera- la unidad de la mesa eucarística que anhelamos".
Así, "estamos llamados a caminar juntos" en un "ámbito en el que se abren amplias posibilidades de colaboración entre valdenses y católicos y la evangelización".
"Conscientes de que el Señor nos ha precedido y siempre nos precede en el amor, vayamos juntos al encuentro de los hombres y de las mujeres de hoy, que a veces parecen distraídos e indiferentes, para transmitirles el corazón del Evangelio, a saber 'la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado'".
El Papa también sugirió que ambas confesiones pueden unirse todavía más en el servicio "a la humanidad que sufre, a los pobres, a los enfermos, a los inmigrantes".
Después de agradecerles la labor que hacen con ellos, el Santo Padre aseguró que "de la obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros deriva la exigencia de testimoniar el rostro misericordioso de Dios que toma cuidado de todos y, en particular, de quien se encuentra en la necesidad".
"La elección de los pobres, de los últimos, de aquellos que la sociedad excluye, nos acerca al corazón mismo de Dios, que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza y, como consecuencia, nos acerca más los unos a los otros".
En definitiva, "que las diferencias sobre importantes cuestiones antropológicas y éticas, que continúan existiendo entre católicos y valdenses, no impidan encontrar formas de colaboración en estos y otros campos", pidió el Papa.
"Si caminamos juntos, el Señor nos ayuda a vivir la comunión que precede a cada contraste". El Papa se despidió pidiendo mirar "antes que nada la grandeza de nuestra fe común y de nuestra vida en Cristo y en el Espíritu Santo, y, solamente después, las diferencias que todavía subsisten".
El Papa Francisco se encuentra de visita en Turín desde primera hora del domingo. Ese día veneró la Sábana Santa en la Catedral, celebró un encuentro con gente del mundo del trabajo, presidió una multitudinaria Misa y se reunió con miembros de la familia Salesiana con ocasión de los 200 años del nacimiento de su fundador, San Juan Bosco. Al final del día sostuvo un alegre encuentro con los jóvenes locales.