El Papa Francisco advirtió a los miembros del Consejo Superior de la Magistratura (CSM) de Italia sobre la introducción de normas "ajenas a un tejido social" que deterioran las raíces culturales, lo que ha denunciado reiteradamente como "colonización ideológica".
"La misma globalización –como se la ha llamado oportunamente– lleva con sí también aspectos de posibles confusiones y desorientación", lo que genera una pérdida de normas" y el "deterioro de las raíces culturales, económicamente desarrolladas pero éticamente debilitadas", dijo.
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Al recibir a los miembros del CSM hoy, el Santo Padre subrayó que la justicia "no se hace en abstracto, sino considerando siempre al hombre en su valor real, como ser creado a imagen de Dios y llamado a realizar, aquí en la tierra, la semejanza".
"Ante tal propósito, las instituciones están llamadas a recuperar una estrategia a largo plazo, orientada a la promoción de la persona humana y de la pacífica convivencia", pidió.
El Papa destacó la importancia de educar, sobre todo a los jóvenes, y señaló que se debe ofrecer "una antropología y un modelo de vida en grado de responder a las altas y profundas inspiraciones del alma humana".
Al referirse a la labor de los jueces, Francisco señaló que están llamados "a intervenir en presencia de una violación de la regla", pero "también es verdad que la reafirmación de la regla no es solo un hecho dirigido a la persona, sino que supera siempre el caso individual por interesar a la comunidad en su conjunto".
En este sentido, "cada pronunciamiento judicial va más allá del proceso individual, para abrirse y convertirse en la ocasión en la que toda la comunidad esté en torno a esta regla, reafirme el valor y, todavía más importante, se identifique en ella".
Así, advirtió de que "en este tiempo se pone un acento particular en el tema de los derechos humanos, que constituyen el núcleo fundamental del reconocimiento de la dignidad esencial del hombre".
"Esto se produce sin abusar de tal categoría, queriendo hacer volver a entrar prácticas y comportamientos que, en lugar de promover y garantizar la dignidad humana, en realidad la amenazan o la violan".
La justicia afronta "hoy una complejidad creciente, en consideración del multiplicarse de los intereses y de los derechos que piden ser puestos en comparación y que no siempre pueden encontrar en la legislación una respuesta precisa y plena ante la variedad de casos concretos".
Ante este panorama, "es importante que las autoridades públicas, y entre ellas también las judiciales, usen el espacio a ellos concedido para dar estabilidad y hacer más sólidas las bases de la humana convivencia mediante la recuperación de los valores fundamentales".
A estas autoridades, dijo, "el cristiano ha ofrecido el verdadero y más adecuado fundamento: el amor de Dios, que es inseparable del amor por el prójimo".
El Papa subrayó la necesidad de que algunos problemas como la criminalidad, "en sus expresiones económicas y financieras, y la plaga de la corrupción, de la que han sido afectadas también las democracias más evolucionadas" encuentren la eficacia en el poder judicial.