Concluido el rezo del Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco recordó la visita que realizó ayer a Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina como "peregrino de paz y de esperanza".
"Sarajevo es una ciudad símbolo", dijo al comenzar. "Durante siglos ha sido un lugar de convivencia entre pueblos y religiones, tanto que es llamada 'Jerusalén de Occidente'".
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El Papa explicó que en el pasado reciente Sarajevo "se ha convertido en símbolo de la destrucción de la guerra", pero "ahora está en curso un proceso de reconciliación y, sobre todo por esto he ido allá".
Su viaje apostólico a Bosnia-Herzegovina, indicó, se realizó "para animar este camino de convivencia pacífica entre poblaciones diversas; un camino fatigoso, difícil, ¡pero posible!".
Francisco reiteró su agradecimiento por el trato recibido, y renovó su reconocimiento "a las autoridades y a toda la ciudadanía por la calurosa acogida".
"Agradezco en particular a la querida comunidad católica, a la cual quise llevar el afecto de la Iglesia universal", dijo.
Francisco también expresó su aprecio por "el compromiso de colaboración y de solidaridad entre personas de religiones diversas, estimulando a todos a llevar adelante la obra de reconstrucción espiritual y moral de la sociedad".
"Trabajan juntos como buenos hermanos", dijo. "El Señor bendiga a Sarajevo y a Bosnia-Herzegovina", finalizó.
Francisco tuvo una apretada agenda de actividades en su visita a Bosnia-Herzegovina ayer. Fue recibido por las autoridades del país y él, por su parte, les ofreció un discurso en el que reclamó que "se construyan siempre nuevos puentes" y "se sanen y restauren los ya existentes", de modo "que se asegure una comunicación fluida, segura y civil".
Así, señaló, se podrán curar "las graves heridas del pasado reciente" y mirar "hacia el futuro con esperanza".
Después celebró una multitudinaria Misa con 65 mil personas en el estadio olímpico de Koševo, donde pidió "nunca más la guerra" y habló de cómo se consigue la paz.
Le siguió un encuentro en la catedral con religiosos, religiosas, sacerdotes y seminaristas, donde escuchó el testimonio de tres de ellos sobre el sufrimiento que soportaron en campos de concentración. El Santo Padre subrayó que "un pueblo que olvida su memoria no tiene futuro".
A continuación sostuvo un encuentro ecuménico con representantes de las demás confesiones del país: musulmanes, ortodoxos y judíos. Allí señaló que en el diálogo interreligioso "se aprende a vivir juntos, a conocerse y aceptarse con las propias diferencias, libremente, por lo que cada uno es" y "no puede limitarse solo a unos pocos", sino que "debería extenderse lo más posible a todos los creyentes, involucrando a las distintas esferas de la sociedad civil".
En la parte final de su viaje, el Papa se reunió con los jóvenes de Bosnia-Herzegovina. Tres de ellos le hicieron unas preguntas sobre la promesa que hace años hizo a la Virgen de no ver nunca la televisión y sobre cómo llevar realmente la paz. "Ustedes no quieren hacerse enemigos unos de otros, quieren caminar juntos y esto es grande", respondió a los jóvenes. Así, a pesar de que cada uno tenga una creencia religiosa, "jamás construyan muros, solamente puentes". Francisco también les pidió "honestidad" y coherencia "entre lo que piensan y hacen" puesto que hay "poderosos de la tierra que dicen cosas muy bonitas de la paz, pero por debajo venden armas".
A su regreso a Roma en el avión, ofreció una rueda de prensa a los periodistas que le acompañaban. Abordó el tema de las supuestas apariciones marianas en Medjugorje, reiteró su condena a la hipocresía de quienes hablan de paz pero trafican armas y profundizó sus críticas al mal manejo de los medios de comunicación y el lenguaje virtual, propio de estos tiempos.