El Papa Francisco advirtió este miércoles que la familia se encuentra en una situación de "vulnerabilidad" y por ello ha decidido iniciar una serie de catequesis para denunciar estas dificultades que "la ponen a prueba", como son las guerras que hay en diversas partes del mundo y que están condenando a muchos hogares a la pobreza y la miseria.
"Pensemos en tantas familias que pueblan las periferias de las grandes ciudades, pero también de las zonas rurales". "¡Cuánta miseria y cuánta degradación!", exclamó el Pontífice desde la Plaza de San Pedro.
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Indicó que esta situación se agrava en aquellos lugares a donde llega la guerra, que es "siempre algo terrible" y "golpea especialmente a la población civil, a las familias".
"De verdad la guerra es la 'madre de todas las pobrezas'" y "empobrece a la familia". Es "una depredadora de vidas, de almas y afecta a lo más sagrado y lo más querido".
El Papa dijo que a pesar de esta situación "hay muchas familias pobres que con dignidad buscan conducir su vida diaria, a menudo confiando abiertamente en la bendición de Dios". No obstante, esto "no debe justificar nuestra indiferencia, sino aumentar nuestra vergüenza", manifestó.
Señaló que "es casi un milagro que, también en la pobreza, la familia continúe formándose y perseguir conservar -como puede- la especial humanidad de sus lazos".
"El hecho irrita a aquellos planificadores del bienestar que consideran los afectos, la generación, los vínculos familiares, como una variable secundaria de la calidad de vida. ¡No entienden nada! Al contrario, nosotros debemos arrodillarnos delante a estas familias, que son una verdadera escuela de humanidad que salva a las sociedades de las barbaries", expresó Francisco.
"¿Qué nos queda, en efecto, si cedemos al chantaje del César y el diablo, de la violencia y del dinero, y renuncian también a los afectos familiares?", cuestionó. "Una nueva ética civil llegará solamente cuando los responsables de la vida pública reorganicen el lazo social a partir de la lucha en la espiral perversa entre familia y pobreza que nos lleva al abismo", afirmó.
El Papa también criticó que la economía actual se haya especializado frecuentemente en el disfrute del bienestar individual, pero practique "la explotación de los lazos familiares". "¡Esto es una contradicción grave!"
"El inmenso trabajo de la familia no aparece en los balances financieros" y la economía y la política "son egoístas para reconocerlo". "Sin embargo, la formación interior de la persona y la circulación social de los afectos tienen allí su pilar. Si se elimina todo se viene abajo", advirtió.
Pero "no es solo cuestión de pan. Hablamos de trabajo, hablamos de educación, hablamos de sanidad. Es importante entender bien esto. Nos conmovemos siempre mucho cuando vemos las imágenes de niños desnutridos y enfermos que nos enseñan en tantas partes del mundo. Al mismo tiempo, nos conmueve también mucho la mirada llorosa de muchos niños, privados de todo, que están en escuelas hechas de nada, cuando muestran con orgullo su lápiz y su cuaderno. Y cómo miran con amor a su maestro o a la maestra. De verdad que los niños saben que el hombre no vive sólo de pan. También del afecto familiar; cuando hay miseria los niños sufren, porque ellos quieren amor, los lazos familiares", expresó.
Por ello, dijo que tarea de los cristianos "estar siempre más cercanos a las familias a las cuales la pobreza pone a prueba". "Todos ustedes conocen a alguna: padre sin trabajo, madre sin trabajo... y la familia sufre, los lazos se debilitan", denunció.
"La miseria social golpea a la familia y a veces la destruye. La falta o la pérdida de trabajo, o su fuerte precariedad inciden pesadamente en la vida familiar, poniendo en una dura prueba las relaciones", insistió.
Francisco advirtió que a los factores materiales se unen "el daño causado a la familia por pseudo-modelos difundidos por los medios de comunicación, basados en el consumismo y el culto a la apariencia, que influencian a las clases sociales más pobres e incrementan la disgregación de los lazos familiares".
"¡Cuidar las familias, cuidar el afecto, cuando la miseria ponga a prueba a la familia!", expresó.
En ese sentido, recordó que "la Iglesia es madre y no debe olvidar este drama de sus hijos", pero "también ella debe ser pobre, para ser fecunda y responder a tanta miseria. Una Iglesia pobre es una Iglesia que practica una voluntaria simplicidad en la propia vida -en sus mismas instituciones, en el estilo de vida de sus miembros- para abatir todo muro de separación, sobre todo de los pobres".
Ante esto, el Pontífice pidió rezar "intensamente al Señor, que nos escucha, para hacer a nuestras familias cristianas protagonistas de esta revolución de la proximidad familiar, que ahora no es así de necesaria". De esta proximidad "está hecha la Iglesia" y "no olvidemos que el juicio de los necesitados, de los pequeños y de los pobres anticipa el juicio de Dios".
"Hagamos todo lo que podamos por ayudar a las familias y continuar en la prueba de la pobreza y de la miseria que afectan a los afectos, los lazos familiares".
Finalmente, el Papa leyó el pasaje de la Biblia Sir. 4, 1-5a, en el que el Dios recuerda que se debe ayudar a los necesitados y estar junto a ellos en el momento de la prueba.