"Estamos pasando por un momento terrible. Durante dos días, los del Daesh (acrónimo en árabe del Estado Islámico) han atacado Hassaké en tres sectores. Han sido detenidos por el ejército y las milicias kurdas. Pero estamos aislados, como una isla rodeada de yihadistas por todos lados".
Así declaró el Arzobispo siro-católico de Hassaké-Nisibi, Mons. Jacques Behnan Hindo, al describir las condiciones dramáticas vividas por la población de la ciudad más grande de la provincia nororiental de Jazira en Siria.
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"Esta noche –relata el Prelado– oímos que el ejército bombardeaba la ciudad de al-Shaddadi, bastión del Daesh a 60 kilómetros de Hassaké".
"De acuerdo con la información que tenemos, es casi seguro que todavía están retenidos en al-Shaddadi también los 232 cristianos asirios que los yihadistas tomaron como rehenes cuando atacaron las aldeas del valle del río Khabour".
Los secuestrados
Precisamente sobre el destino de los 232 rehenes asirios –entre los cuales hay 51 niños y 84 mujeres– no se tiene noticias concretas desde hace tiempo y los contactos iniciales para favorecer su puesta en libertad hasta el momento no han tenido éxito.
Desde Australia, el Metropolita asirio Mar Mellis Zaia en una entrevista radiofónica ha declarado que los terroristas musulmanes del Estado Islámico han exigido 23 millones de dólares (100 mil dólares por persona) para liberar a los prisioneros cristianos.
Ante la respuesta de los que declaran la imposibilidad de recoger tal cantidad exorbitante de dinero, las negociaciones parecen haberse roto.
En este sentido, el Arzobispo Hindo se refiere a lo absurdo de la petición de rescate, pero también expresa sus dudas sobre la fiabilidad de los canales utilizados hasta ahora en las negociaciones.
"Los del Daesh –dice a Fides el Arzobispo siro-católico– suelen pedir lo que saben que pueden conseguir. En este caso, el objetivo de conseguir 100 mil dólares por cada rehén es completamente inalcanzable, y ellos lo saben".
"No olvidemos que todos los días nos ocupamos de personas que vienen a nosotros y dicen actuar como intermediarios, pidiendo dinero. Hay personas que se aprovechan de los sufrimientos de los cristianos para hacer dinero. Y esto no sólo ocurre aquí".
"Ahora estamos pensando en un nuevo intento para reabrir las negociaciones sobre una nueva base. Pero estamos empezando", concluyó.