Esta mañana luego del rezo de Regina Coeli en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó el testimonio de vida del hermano Luigui Bordino, el primer beato de los hermanos consagrados de San José de Cottolengo, y que "dedicó su vida a las personas enfermas y sufrientes, y se dedicó sin descanso a los más pobres, medicando y lavando sus llagas".
El sábado 2 de mayo se realizó en Turín (Italia), su ceremonia de beatificación presidida por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato, en el área Vitali del Parque Dora, a donde asistieron más de 6.000 mil personas.
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El Beato Luigui Bordino, quien fue bautizado como Andrea, nació en Castellinaldo, Cuneo (Italia), el 12 de agosto de 1922, recibió una educación cristiana y pasaba su tiempo entre el trabajo en los viñedos y la parroquia, además se caracterizó por militar en la filas de Acción Católica.
En 1942 es alistado por la artillería alpina y participa en la campaña de Rusia, siendo internado primero en Siberia y luego en Uzbekistán. Durante este tiempo vivió el drama de ver a miles de soldados alpinos morir de frío, hambre y enfermedad, lo que lo hizo reflexionar y madurar en su corazón sobre la vocación a la caridad.
El hermano de la misma orden, Mauro Ripamonti, relató en Turín a ACI Prensa que "Luigui Bordino se volvió cotolonguino luego de haber sido prisionero en la segunda guerra mundial, (...) él decía que 'si logro regresar a Italia dedicaré mi vida a Dios' y así fue, entregándose al servicio de los más pobres, y lo hizo como enfermero, abandonándose a la Providencia Divina para servir mejor, según la voluntad de Dios, al pobre y al necesitado".
Bordino regresó a Italia en 1945 y un año después, el 23 de julio de 1946, se presentó en la Pequeña Casa de la Divina Providencia en Turín diciendo: "Quiero consagrarme a Dios y servir a los hombres más pobres; llámenme 'hermano Luigui della Consolata'", en referencia a Nuestra Señora de la Consolación, Patrona de Turín.
Durante su vida dio ejemplo de oración y vivió su misión según el espíritu de San José de Cottolengo, su fundador, "Caritas Christi urget nos" (La Caridad de Cristo nos apremia).
Su beatificación para los hermanos cotolonguinos "es un modelo y más aún una motivación para ir a las raíces de nuestra consagración, es decir, confiar totalmente en la Divina Providencia y ser instrumentos de amor de Dios para todos aquellos que lo necesitan, que no tienen a ninguna persona que cuide de ellos, ya sea en las diversas situaciones desde el punto de vista existencial, de la salud o del abandono de la familia, también que se encuentran en otras situaciones de emergencia que se presentan en nuestra realidad", afirmó en abril a ACI Prensa el hermano Ripamonti.
Además, dijo que el Beato Luigui "era un hombre que vivía completamente cada día en la presencia de Dios, confiando en las acciones benevolentes de Dios a favor de los pobres. Esto es importante para todos las religiosas, hermanos y sacerdotes cotolenguinos, porque somos instrumentos, damos de nuestra parte, damos nuestra colaboración, el resto lo hace Dios que está cercano a nosotros y nosotros debemos confiar que su acción nos acompaña, y este es también el mensaje actual del hermano Luigui, porque realmente su confianza era total en la Divina Providencia, era desmesurada y llena de la acción de Dios en su propia vida".
En 1975, la salud del religioso se ve afectada por una leucemia mieloide. Durante su enfermedad supo aceptar y ofrecer su dolor con el corazón lleno de ganas de vivir. "Que se haga la voluntad de Dios hasta el final y quiero hacerla con alegría. Estos son los momentos de la fe", expresó un día.
El hermano Luigui Bordino muere el 25 de agosto de 1977 y su tumba se encuentra en la Iglesia de Cottolengo en Turín.