El P. Junípero Serra debería ser recordado "como uno de los grandes pioneros de los derechos humanos en las Américas", afirmó el Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), Mons. José Gómez, durante la jornada realizada en el Vaticano sobre el fraile franciscano que evangelizó California en el siglo XVIII y que será canonizado por el Papa Francisco el 23 de septiembre.
"En mi opinión, sus escritos y ejemplo deberían ser estudiados como lo son los grandes dominicos Bartolomé de las Casas y Antonio de Montesinos", afirmó el Prelado sobre el futuro santo, cuya canonización tiene un gran significado en momentos donde se quiere descristianizar el país y peligra la libertad religiosa.
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"Como sabemos, el anuncio del Papa ha abierto viejas heridas y revivido amargos recuerdos sobre el trato a los nativos americanos durante la colonia y el periodo de las misiones", señaló Mons. Gómez. Sin embargo, advirtió que muchos de los argumentos que han dado una imagen "distorcionada" del P. Serra parten de "viejos estereotipos" de la propaganda antiespañola y anticatólica y que han desembocado en leyendas negras.
En ese sentido, con el fin de iniciar una "nueva conversación" sobre el legado del fraile, el Arzobispo de Los Ángeles citó en su ponencia varios fragmentos de los diarios que el P. Serra escribió durante su misión en California, en los que llamaba a dar el trato que merecen los nativos como hijos de Dios y condenaba los abusos y violaciones de las que eran víctimas por parte de los colonos.
El P. Serra, recordó, nació en Mallorca (España), un lugar de donde salían vocaciones misioneras; y se alimentó de las enseñanzas de religiosos como el franciscano Ramon Llull, que puso de relieve el respeto "por la dignidad humana y la libertad de conciencia", e "insistió que las conversiones debían basarse no en la coerción, sino en la oración, la persuasión y la 'inculturación' del mensaje evangélico en el idioma y costumbres de los pueblos".
Asimismo, el Beato Junípero Serra también se nutrió de las exhortaciones de la religiosa franciscana María de Ágreda, quien aunque nunca salió de España, se bilocó "más de 500 veces para evangelizar a los nativos de Nuevo México, Arizona y el oeste de Texas". En una carta abierta, la religiosa llamaba a los misioneros a seguir "la vocación del Apóstol" en "imitación del Maestro".
"Nuestro propósito –escribió el P. Serra- era tratar, cada uno en su lugar, de ganar para su Más Santa Majestad, una multitud de almas".
Sin embargo, aclaró Mons. Gómez, el misionero español era realista y "no idealizaba o romantizaba a la gente que él llegó para servir", pues junto a sus palabras sobre la gentileza y amabilidad de los indígenas, "también documentó muchos encuentros amenazantes con los pueblos nativos".
En ese sentido, recordó un ataque en el que el asistente del beato murió a causa de una flecha. "Estaba ahí con él, muerto, y mi pequeño apartamento era un charco de sangre. Todavía el intercambio de disparos –balas y flechas-, continuaba. Había solo cuatro de nuestro lado contra más de veinte de ellos. Y ahí estaba yo con el hombre muerto, pensando que muy probablemente pronto lo seguiría, pero a la vez oraba a Dios para que la victoria fuera para nuestra fe católica sin perder una sola alma", escribió el misionero.
"Su única preocupación –destacó Mons. Gómez-, eran las almas de la gente que trataba de matarlo, los nativos por los que él llegó al Nuevo Mundo para evangelizar".
El Arzobispo señaló que el mismo amor y la misma misericordia del misionero se hicieron presentes en el incendio de la misión de San Diego de 1775. Los nativos mataron a varias personas, humillaron y torturaron a un sacerdote, amigo del fraile Serra. Sin embargo, a pesar de ello, el beato pidió a las autoridades coloniales misericordia para los asesinos. "Permitan al asesino vivir para que pueda ser salvado, este es el propósito de nuestra llegada aquí y la razón para perdonarle", escribió el P. Serra.
"El P. Serra pareció comprender el odio que impulsó la violencia nativa y la resistencia a las misiones", indicó Mons. Gómez.
Fundador de América
Durante su ponencia, el Arzobispo de Los Ángeles indicó que probablemente el legado del P. Serra no es mencionado junto al de Las Casas y Montesinos porque nunca dio fieros discursos como el segundo ni tuvo debates teológicos y morales como el primero. Junípero Serra es un tipo de misionero de "las clases trabajadoras", alguien que "trató de hacer las cosas". "Era un solucionador de problemas, no un profeta o filósofo de los derechos humanos", indicó.
En ese sentido, destacó su famosa Representación de 1773, que aunque no contiene belleza poética o retórica, es un "memorándum legislativo". Sus 32 artículos ofrecen propuestas detallas para la administración del gobierno y la vida comunitaria. "El corazón de la Representación es un radical llamado de justicia para los indígenas que viven en las misiones", señaló Mons. Gómez, "y lo más radical de todo es que insistió en que 'la ley natural' dicta que a la Iglesia – y no los poderes coloniales-, sea confiada exclusivamente el cuidado y gobierno de los nativos para asegurar su bienestar temporal y espiritual".
El Prelado indicó que el P. Serra que muestra la historia es de lejos "diferente de aquel P. Serra que con frecuencia se lee en los periódicos y las páginas de los historiadores". Por ello, animó a los fieles a "conocer más de él" conforme se acerca la canonización de quien "fue uno de los verdaderos 'fundadores' de América".