El testimonio de santidad de los santos y santas de América recibió una mención especial del Papa Francisco al celebrar en la mañana del sábado una Misa con motivo de una jornada dedicada a Fray Junípero Serra, evangelizador de la Alta California, en Estados Unidos, y que será canonizado el próximo 23 de septiembre por el Pontífice en Washington DC, durante su visita al país.
El Papa pidió contemplar "el misterio de santidad" para "que todo el pueblo americano descubra la propia dignidad, consolidando cada vez más la propia pertenencia a Cristo y a su Iglesia".
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"En la comunión universal de los santos y, en especial, en la corona de los santos americanos, nos acompañe Fray Junípero Serra e interceda por nosotros, junto a tantos otros santos y santas que se han distinguido con diversos carismas", dijo Francisco.
A continuación, destacó el papel de varios santos y mártires americanos, entre ellos las "contemplativas como Rosa de Lima, Mariana de Quito y Teresita de los Andes", los pastores "que emanaban el perfume de Cristo y el olor de las ovejas, como Toribio de Mogrovejo, Francois de Laval, Rafael Guizar Valencia".
También mencionó a los "humildes obreros de la Viña del Señor, como Juan Diego y Kateri Tekakwhita", a los "servidores de los que sufren y de los marginados, como Pedro Claver, Martín de Porres, Damián de Molokai, Alberto Hurtado y Rose Philippine Duchesne".
Además recordó a las "fundadoras de comunidades consagradas al servicio de Dios y de los más pobres, como Francisca Cabrini, Elizabeth Ann Seaton y Catalina Drexel", los "misioneros incansables como Fray Francisco Solano, José de Anchieta, Alonso de Barzana, María Antonia de la Paz y Figueroa, José Gabriel de Rosario Brochero"; y los "mártires como Roque González, Miguel Pro y Oscar Arnulfo Romero".
Francisco aseguró que existían muchos más y deseó que "un impetuoso viento de santidad recorra el próximo Jubileo extraordinario de la Misericordia en todas las Américas".
Antes de continuar con la Eucaristía, el Obispo de Roma pidió por el continente americano, para que "se arraigue más y más en el Evangelio que ha recibido; que Cristo esté cada vez más presente en la vida de las personas, de las familias, de los pueblos y de las naciones, para la mayor gloria de Dios".
"Y que esta gloria se manifieste en la cultura de la vida, en la fraternidad, en la solidaridad, en la paz, en la justicia, con amor preferencial y comprometido por los más pobres, a través del testimonio de los cristianos de las diversas comunidades y confesiones, de los creyentes de otras tradiciones religiosas y de los hombres de recta conciencia y de buena voluntad".
Finalizó su homilía recordando de nuevo a Nuestra Señora de Guadalupe y pidiéndola su intercesión, así como la de "Fray Junípero y de los otros santos y santas americanos, para que me conduzcan y me guíen en mis próximos viajes apostólicos en América del Sur y en América del Norte".