Cada 27 de abril la Iglesia Católica celebra a Santa Zita de Lucca, trabajadora doméstica y religiosa, patrona de las empleadas del hogar y de todos los que realizan servicios domésticos.

Zita fue una mujer de condición muy humilde, por lo que tuvo que trabajar desde pequeña. Trabajó como sirvienta de una de las familias más ricas de su localidad, de manera que se hacía de algún dinero y contribuía al sostenimiento de los suyos. Su trabajo le acarreó dificultades y penurias en distintos momentos de su vida que supo afrontar desde su fe. Aun siendo blanco de burlas y maltratos, su amor a Dios y a su familia fueron siempre más grandes, y le ayudaron a mantenerse firme y crecer en fortaleza y confianza en Dios.

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En el Martirologio Romano se señala: “En Luca, de la Toscana, santa Zita, virgen, la cual, nacida de hogar humilde, a los doce años entró a servir a la familia de los Fatinelli, perseverando hasta la muerte con admirable paciencia en este servicio doméstico (1278)”.

Zita, cuyo nombre es una variante del toscano ‘citta’ [joven, muchacha], nació en 1218. Y fueron 48 largos años los que trabajó como sirvienta.

La cocina revuelta

Zita sabía muy bien qué eran las privaciones y las dificultades, y aún con ellas, siempre se preocupaba por los que consideraba menos favorecidos que ella. Cierto día salió de la casa de sus patrones para atender a una persona enferma, dejando trabajo pendiente en la cocina. Eso irritó a algunos de sus compañeros de trabajo, quienes la acusaron ante la señora de la casa.

Cuando aquella mujer fue a la cocina a cerciorarse de lo ocurrido, encontró que todo estaba impecablemente limpio y aseado. Una voz empezó a correr por todo el pueblo: el portento de la cocina había sido obra de los ángeles, quienes lo habrían llevado a cabo para proteger a Zita. La dueña de la casa, sorprendida por el acontecimiento, le concedió desde aquel momento la libertad de servir a los pobres. Lamentablemente, Zita se convirtió en blanco de los ataques y burlas de mucha gente, empezando por sus compañeros de labores.

A ella esto le importó poco, porque sabía que Jesús era su escudo y la Virgen quien la animaba a preocuparse de los más débiles, como corresponde a una buena madre. Muchas historias, como la anterior, se cuentan sobre la noble muchacha, quien se convirtió en portadora del amor de Dios, allí donde estaba o a donde iba.

La despensa vacía

Llegó un tiempo de hambruna a Luca y a toda la Toscana. El hambre, implacable, golpeó duramente a la ciudad.

Santa Zita redobló esfuerzos para no dejar desamparados a los más hambrientos. Habitualmente compartía la comida que su señora le daba, pero la situación llegó a tal punto que tuvo que empezar a repartir incluso su propia ración y las reservas de grano que poseía la familia. Cuando los patrones se enteraron, fueron a registrar el granero con la intención de castigar a su sirvienta, pero se dieron con la sorpresa de que la despensa estaba completamente llena. Había más grano del que se podía recolectar en meses así.

El hombre muerto de frío

En vísperas de Navidad, Zita se encontró con un hombre que temblaba de frío al lado de la puerta de la Iglesia de San Frediano. La santa no tenía a la mano sino un costoso manto perteneciente a su señora. Entonces decidió dárselo al hombre pero le pidió que lo devolviera al terminar la Misa; sin embargo, este desapareció. Al siguiente día, su patrón se enteró del robo y montó en cólera contra Zita. No pasaría mucho tiempo cuando de pronto alguien llamó a la puerta: era un anciano desconocido en el pueblo quien se presentaba y, sin mediar palabra, devolvió el manto. Entonces, entre los habitantes del pueblo, empezaron los rumores de que aquel necesitado había sido en realidad un ángel. La puerta que tocó el menesteroso fue bautizada por la gente como “el portal del ángel”.

"Siervo bueno y fiel: en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor" (Mt 25, 21)

Santa Zita murió el 27 de abril de 1278. De inmediato su fama de santidad se extendió en la región y de ahí a todo el país, llegando más allá de las fronteras de Italia.

Los restos de la santa reposan hoy en la capilla de Santa Zita ubicada dentro de la Iglesia de San Frediano, en Luca (Italia).

Si quieres saber más sobre la vida de Santa Zita, te recomendamos este artículo de la Enciclopedia Católica’: https://ec.aciprensa.com/wiki/Santa_Zita.