Después de la Misa por el centenario del martirio armenio con la proclamación de San Gregorio de Narek como nuevo Doctor de la Iglesia, el Papa Francisco rezó el Regina Coeli desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico.
En una mañana soleada, miles de peregrinos se acercaron hasta la Plaza de San Pedro para escucharle en el Segundo Domingo de Pascua, Fiesta de la Divina Misericordia.
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El Pontífice habló del Evangelio, en el que Jesús aparece ante los discípulos y en esta ocasión está presente Santo Tomás. "Jesús vuelve a presentarse en medio suyo y se dirige rápidamente a Tomás, invitándolo a tocar las heridas de sus manos y de su costado. Va a encontrarse con su incredulidad, para que, a través de los signos de la pasión, pueda llegar a la plenitud de la fe pascual".
El Papa habló de Santo Tomás, quien "no está satisfecho y busca, tiene la intención de ver por sí mismo, quiere tener una experiencia personal".
"Después de las resistencias iniciales y las inquietudes, al final llega también él a creer". Mientras, "Jesús lo atiende pacientemente y se ofrece a la dificultad y a las inseguridades del último que ha llegado".
Francisco explicó que "al contacto salvífico con las llagas del Resucitado, Tomás manifiesta sus las propias heridas, sus propias laceraciones, la propia humillación". "Se encuentra frente a un Mesías lleno de dulzura, de misericordia, de ternura" y "reencontrado el contacto personal con la amabilidad y la misericordiosa paciencia de Cristo, Tomás comprendió el significado profundo de su Resurrección e, íntimamente transformado, declara su fe llena y total en Él exclamando: '¡Señor mío y Dios mío!".
El Pontífice dijo que lo mismo que a Santo Tomás "nos pasa a muchos de nosotros". Por ello, "en este segundo Domingo de Pascua somos invitados a contemplar en las llagas del Resucitado la Divina Misericordia, que supera cada límite humano y resplandece sobre la oscuridad del mal y el pecado".
"Un tiempo intenso y prolongado para acoger la inmensa riqueza del amor misericordioso de Dios será el próximo Jubileo Extraordinario de la Misericordia, cuya Bula de convocatoria promulgué ayer por la tarde en la Basílica de San Pedro", recordó.
El Papa pidió dirigir la mirada al Señor y a la Virgen Madre, para que "nos ayude a ser misericordiosos con los otros como Jesús lo es con nosotros".
Después de rezar el Regina Coeli, saludó a todos los fieles peregrinos provenientes de diversas partes de Italia y del mundo.
Saludó también a los fieles de Roma que participaron unas horas antes en una eucaristía en la iglesia de "Santo Spirito in Sassia", centro de devoción a la Divina Misericordia. También envió un saludo a las comunidades neocatecumenales de Roma "que inician hoy una misión especial en las plazas de la ciudad para orar y dar testimonio de la fe".
Por último, dirigió un cordial saludo a los fieles de las Iglesias de Oriente, que, según su calendario, "celebran hoy la Santa Pascua". "Me uno a su alegría por el anuncio de Cristo Resucitado".
Francisco agradeció además todos los mensajes que ha recibido en estos días de todo el mundo deseándole una buena Pascua.