El sorpresivo anuncio del Papa Francisco de la realización de un Año Santo de la Misericordia ha llevado a los católicos a profundizar en el significado del acontecimiento, el cual para algunos puede resumirse en que el Santo Padre quiere que todos sepan cuánto los ama Dios.
El 13 de marzo, el Papa Francisco anunció en la Basílica de San Pedro la celebración de un Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que comenzará a finales de este año en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, 8 de diciembre, y terminará en la solemnidad de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 2016.
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La Orden sacerdotal de los Padres de la Misericordia, que se describe como "de predicación misionera itinerante", manifestó su particular alegría por esta decisión. "Vemos de primera mano la realidad y belleza de la conversión, la misericordia de Dios en acción", dijo el P. Wade a ACI Prensa.
"La misericordia es quien Dios es. Es el segundo nombre del amor", dijo por su parte el P. Menezes, para quien la conversión es su "expresión más concreta", citando la encíclica papal de San Juan Pablo II Dives in Misericordia (1980) sobre la misericordia divina.
"Dios está más interesado en nuestro futuro que en nuestro pasado", explicó el sacerdote, ya que Él toma el pecado pasado "en serio" pero nunca "como la última palabra" porque "quiere que cada uno de nosotros se convierta en la 'mejor versión' de nosotros mismos, el cual Él espera para cada uno de nosotros, de manera personal, en su eterna y divina mente, y esto requiere conversión".
Esto es exactamente lo que el Papa Francisco tiene en mente al anunciar el Año de la Misericordia, dijo Kathryn Jean Lopez, directora fundadora de Voces Católicas en Estados Unidos.
"En nuestras ocupadas, frenéticas y algunas veces bifurcadas vidas, a menudo no encontramos el tiempo para el silencio de un examen de conciencia. Este Papa es un director espiritual jesuita para el mundo que nos impulsa a ver lo mucho que Dios nos ama, reorientando nuestros corazones hacia el Suyo", dijo López a ACI Prensa.
En lugar de proponer algo radicalmente nuevo, señaló López, el Papa Francisco continúa la devoción a la misericordia de sus predecesores San Juan Pablo II y el Papa Emérito Benedicto XVI.
"El Papa Juan Pablo II amaba la Divina Misericordia, el Papa Benedicto lo llamaría el apóstol de la Divina Misericordia. Benedicto XVI también diría que la Divina Misericordia es el nombre de Dios mismo", dijo.
"Los católicos hacen el trabajo de educar, atender al moribundo, cuidar al enfermo, alimentar al hambriento, visitar al encarcelado, acompañar al que está solo. Este es el encuentro del cual habla el Papa Francisco", dijo López, al recordar luego las obras de misericordia corporales.
"Un mensaje de misericordia lleva a las personas a la puerta para encontrar libremente el corazón de Cristo en la vida sacramental de la Iglesia", añadió López.
Según el sitio web del Vaticano, el año jubilar tiene sus raíces en la ley monástica cuando cada cincuentavo año se hacía sagrado para el pueblo judío. Las deudas eran perdonadas, los esclavos liberados y las tierras volvían a sus "dueños originales".
Los jubileos ordinarios ocurren cada 25 o 50 años mientras que los jubileos extraordinarios se convocan por alguna ocasión trascendental. Dos jubileos extraordinarios fueron convocados en el siglo 20: en 1933 para conmemorar el aniversario número 1900 de la redención de Cristo en el año 33; y 1983 en su aniversario número 1950.
El año jubilar es un "año santo" marcado por actos de fe, caridad y "comunión fraterna", se señala en la página web del Vaticano.
"Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo", dijo el Papa Francisco después anunciar el año jubilar.
"A partir de este momento, encomendamos este Año Santo a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino", concluyó el Papa.
Traducido por: Bárbara Bustamante