"¡Dios nos ama!, ¡Dios nos ama!", exclamó el Papa Francisco al aparecer en este cuarto domingo de Cuaresma en la ventana del apartamento pontificio para comentar el Evangelio del día y rezar el Ángelus frente a la Plaza de San Pedro.
En el Evangelio de este domingo se proclama el pasaje en el que Jesús le dice a Nicodemo: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único".
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Francisco subrayó que "escuchando esta palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y escuchamos dentro de nosotros que Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho!".
El Papa explicó que la expresión que resume todo el Evangelio y la teología es que "Dios nos ama con amor gratuito y sin límites".
Un amor que "se muestra ante todo en la creación". Y como en ella, "también en las etapas sucesivas de la historia de la salvación resalta la gratuidad del amor de Dios: el Señor elige a su pueblo no porque se lo merezca, sino porque es el más pequeño entre todos los pueblos".
"Y cuando viene 'la plenitud del tiempo', a pesar de que los hombres habían roto repetidamente la alianza, Dios, en lugar de abandonarlos, forjó con ellos un vínculo nuevo en la sangre de Jesús –el vínculo de la nueva y eterna alianza- un vínculo que nada podrá volver a romper".
El Santo Padre explicó que "la Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús nos ama hasta el final", es decir, "no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su inmenso amor donándonos la vida, en la pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros".
El Papa indicó que "el Espíritu Santo obra en la Iglesia y, a través de ella asegura la memoria viviente de Cristo, y obra en todas partes, también fuera de la Iglesia, haciendo crecer los valores de auténtica humanidad".
Y este espíritu de amor "nos hace capaces de amar a Dios y a los hermanos", añadió.
Por último, Francisco subrayó que "el signo más claro y más eficaz de este amor es la eucaristía, el memorial de la Pascua de Jesús: cada vez que la celebramos revivimos lo que sucedió en el Calvario, vértice de la historia del amor de Dios con la humanidad".
"Que María, Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios" y "sea cercano a nosotros en momentos de dificultad", para que "en nuestro itinerario cuaresmal sea experiencia de perdón, de acogida y de caridad", finalizó.