El Papa Francisco abordó de nuevo la figura de los abuelos en su catequesis de la Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro.
"Es verdad que la sociedad tiende a descartarnos, pero no así el Señor", dijo el Pontífice incluyéndose entre las personas de edad avanzada y recordando cómo en la visita que realizó a Filipinas el pasado enero la gente le llamaba "lolo Kiko", que quiere decir "Abuelo Francisco".
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"Él nos llama a seguirlo en cada edad de la vida, y también la ancianidad contiene una gracia y una misión, una verdadera vocación al Señor", explicó al comienzo de su alocución.
En esta edad, "no es todavía el momento de tirar los remos de la barca", subrayó. El Pontífice también expresó el deseo de una Iglesia que desafíe la cultura del descarte, promoviendo el reencuentro gozoso y la acogida mutua de las distintas generaciones.
Comentó que la sociedad no está aún lista para darle "moral y espiritualmente su pleno valor" a la vejez y explicó que "también a la espiritualidad cristiana le pilló un poco por sorpresa, e intenta delinear una espiritualidad de las personas ancianas". Aunque, "¡gracias a Dios no faltan los testimonios de santos y de santas ancianos!".
Recordó la "Jornada por los Ancianos" que tuvo lugar en la Plaza (de San Pedro) en 2014, algo que se debe continuar "en ámbito tanto eclesial como civil".
Las figuras por excelencia de los ancianos en la Escritura serían la de "Ana y Simeón" y el Papa evocó su historia, un ejemplo que animó a imitar. "Tomemos gusto a buscar palabras nuestras; hagamos nuestras aquellas que nos enseña la Palabra de Dios. Es un gran don para la Iglesia, la oración de los abuelos y de los ancianos", destacó.
"Una gran inyección de sabiduría para la entera sociedad humana: sobre todo para aquella que se encuentra demasiado ocupada, demasiado 'tomada', demasiado distraída. Alguno tiene que cantar, también para ellos, ¡los signos de Dios!", alertó.
No faltó la mención a Benedicto XVI, y pidió mirar su ejemplo, "que eligió pasar en oración y en la escucha de Dios el último tramo de su vida".
Por otro lado, el Pontífice mencionó a Olivier Clément, un teólogo ortodoxo, quién afirmaba que 'una sociedad donde no se reza más es una sociedad en la que la vejez no tiene ningún sentido'. Y esto es terrible, nosotros tenemos necesidad primero de todo de ancianos que recen, porque la vejez nos es dada para esto".
"Podemos agradecer al Señor los beneficios recibidos, y llenar el vacío que rodea a la ingratitud. Podemos interceder para las expectativas de las nuevas generaciones y dar dignidad a la memoria y a los sacrificios de los antiguos".
A los ancianos Francisco les exhortó a recordar "a los jóvenes y ambiciosos que una vida sin amor es árida. Podemos decir a los jóvenes temerosos que la angustia del futuro puede ser vencida. Podemos enseñar a los jóvenes demasiado enamorados de sí mismos que hay más alegría en dar que en recibir. Los abuelos y las abuelas forman la 'coral' permanente de un gran santuario espiritual, donde la oración de súplica y el canto de alabanza sostienen la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida".
Continuando con el tema de la oración, el Papa afirmó que "purifica incesantemente el corazón. La alabanza y la súplica a Dios previenen el endurecimiento del corazón del resentimiento y del egoísmo".
"¡Qué feo es el cinismo de un anciano que ha perdido el sentido de su testimonio, desprecia a los jóvenes y no comunica la sabiduría de la vida!", exclamó Francisco. "Al contrario, ¡qué hermoso es el ánimo que el anciano consigue transmitir al joven en búsqueda del sentido de la fe y de la vida!".
"Las palabras de los abuelos tienen algo de especial para los jóvenes. Ellos lo saben. Las palabras que mi abuela me dejó por escrito el día de mi ordenación sacerdotal las llevo todavía conmigo, siempre en el breviario y las leo a menudo", confesó el Pontífice.
"¡Como querría una Iglesia que desafíe la cultura del descarte con la alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y los ancianos! Esto es lo que hoy pido al Señor, este abrazo", finalizó.