El Papa Francisco envió una carta al Cardenal Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires y Gran Canciller de la Universidad Católica Argentina (UCA) en ocasión de los 100 años de la Facultad de Teología, en la que explicó cómo debe ser el trabajo y el espíritu de un buen teólogo.

A continuación el texto completo de la carta enviada por el Santo Padre al Purpurado argentino:

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"Querido Hermano:

La celebración de los 100 años de la Facultad de Teología de la Universidad Católica es un momento importante para la Iglesia en Argentina. El aniversario coincide con el de los cincuenta años de la clausura del Concilio Vaticano II, que ha sido una puesta al día, una relectura del Evangelio en la perspectiva de la cultura contemporánea. Ha producido un movimiento irreversible de renovación que viene del Evangelio. Y ahora es preciso seguir adelante.

Pero, ¿cómo seguir adelante? Enseñar y estudiar teología significa vivir en una frontera, esa en la que el Evangelio encuentra las necesidades de las personas a las que se anuncia, de manera comprensible y significativa. Debemos guardarnos de una teología que se agota en la disputa académica o que contempla la humanidad desde un castillo de cristal. Se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable.

Por tanto, la teología que desarrollan ha de estar basada en la Revelación, en la Tradición, pero también debe acompañar los procesos culturales y sociales, especialmente las transiciones difíciles. En este tiempo, la teología también debe hacerse cargo de los conflictos: no sólo de los que experimentamos dentro de la Iglesia, sino también de los que afectan a todo el mundo y que se viven por las calles de Latinoamérica.

No se conformen con una teología de despacho. Que el lugar de sus reflexiones sean las fronteras. Y no caigan en la tentación de pintarlas, perfumarlas, acomodarlas un poco y domesticarlas. También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle y, con su reflexión, derraman ungüento y vino en las heridas de los hombres.

Que la teología sea expresión de una Iglesia que es "hospital de campo", que vive su misión de salvación y curación en el mundo. La misericordia no es solo una actitud pastoral, sino la sustancia misma del Evangelio de Jesús. Les animo a que estudien cómo, en las diferentes disciplinas –dogmática moral, espiritualidad, derecho, etc.– se puede reflejar la centralidad de la misericordia.

Sin misericordia, nuestra teología, nuestro derecho, nuestra pastoral, corren el riesgo de caer en la mezquindad burocrática o en la ideología, que por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio. Comprender la teología es comprender a Dios, que es Amor.

¿Quién es entonces el estudiante de teología que la UCA está llamada a formar? Ciertamente no un teólogo "de museo", que acumula datos e información sobre la Revelación, pero sin saber muy bien qué hacer con ello. Y tampoco un "balconero" de la historia.

El teólogo formado en la UCA ha de ser una persona capaz de construir en torno a sí la humanidad, de transmitir la divina verdad cristiana en una dimensión verdaderamente humana, y no un intelectual sin talento, un eticista sin bondad o un burócrata de lo sagrado.

Pido a la Virgen María, Sede de la Sabiduría y Madre de la Divina Gracia, que nos acompañe en la celebración de este centenario. Te pido que saludes a los alumnos, los empleados, profesores y autoridades de la Facultad y, por favor, que no se olviden rezar por mí. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide.

Fraternalmente,

Vaticano, 3 de marzo de 2015".