El Papa Francisco ha enviado un mensaje con motivo de la celebración del 150 aniversario de los "Cristianos ocultos" de Japón, los fieles que después de 250 años de persecución fueron finalmente liberados de la obligación de profesar una fe distinta a la cristiana.
La cita tendrá lugar del 14 al 17 de marzo en Nagasaki, donde el Cardenal Orlando Quevedo, Arzobispo de Cotabato (Filipinas) acudirá como enviado especial del Pontífice.
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El texto de su designación, que está escrito en latín, destaca la importancia de este aniversario y recuerda a los cristianos perseguidos.
"Es ejemplar la historia de las comunidades cristianas en Japón. Sufrió una dura persecución en los inicios del siglo XVII. Fueron martirizados muchos, los miembros del clero fueron expulsados y miles de fieles fueron asesinados. No permaneció en Japón ningún sacerdote, todos fueron expulsados", recuerda el Papa.
A su vez, el Pontífice destaca que "¡sobrevivieron con la gracia de su Bautismo!". "Esto es grande: el Pueblo de Dios transmite la fe, bautiza a sus hijos y va adelante. Y mantuvieron, en secreto, un fuerte espíritu comunitario, porque el Bautismo les había hecho convertirse en un solo cuerpo en Cristo: estaban aislados y ocultos, pero siempre fueron miembros del Pueblo de Dios, miembros de la Iglesia".
La persecución en Japón fue una de las más terribles de la historia. En 1597, 50 años después de la llegada al país de los Jesuitas y antes de la llegada de los franciscanos y los dominicos, el emperador creía que su apostolado era en realidad un proyecto de conquista militar.
Desde entonces, los cristianos se convirtieron en "kakure", la denominación que se les dio a los miembros de la Iglesia que fueron perseguidos y tuvieron que esconderse en las catacumbas. Al no haber sacerdotes, puesto que habían sido expulsados, eran los propios padres los que bautizaban a los hijos y se ocupaban de transmitirles la fe.
Fueron asesinadas muchas personas por odio a la fe, entre ellos 26 mártires en Nagasaki y 188 personas que perdieron la vida en la segunda ola de persecuciones entre 1603 y 1639. Entre estos últimos, muchas mujeres, niños y familias enteras.
A pesar de la gravedad de la persecución, consiguieron camuflar los símbolos detrás de los budistas y la comunidad cristiana resurgió en 1865, cuando Japón reabrió sus puertas a los misioneros franceses, que celebraron el Viernes Santo con diez mil fieles.