Mons. Philippe Jourdan es un ingeniero de caminos francés que renunció a su nacionalidad para tomar la del país más ateo de Europa. Fue consagrado obispo 63 años después de que su antecesor muriera en un campo de concentración tras la ocupación soviética y aunque los católicos en el país que gobierna no superan los 6.000 asegura que "nunca hemos estado tan bien en los cinco últimos siglos".
Mons. Jourdan es el Obispo de Tallin, (Estonia), también conocida como la tierra de María en el Báltico.
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"Una vez en Roma me dijeron que soy el Obispo más aislado de Europa", comenta divertido Mons. Jourdan y es que hay seis países en el Viejo Continente que no tienen conferencia Episcopal, Estonia es uno de ellos y además es el único que no tiene ningún punto en común como podría ser el idioma con los países que lo rodean.
El 80 por ciento de los estonios se considera ateo. Sin embargo en 2015 se cumple el octavo centenario de la consagración de Estonia y Letonia a la Virgen María por parte del Papa Inocencio III.
"Aunque puede parecer un aniversario muy lejano, por algún motivo a pesar de ser un país de tradición protestante a Estonia se le llama, de manera poética, 'Tierra de María'. Igual que para los españoles su país es 'la piel de toro'. Además la condecoración más importante del país es la cruz de la Tierra de María, equivalente a la legión de honor en Francia", explica el Obispo.
Mons. Jourdan asegura que "los gobiernos y las iglesias de Estonia y Letonia han invitado al Papa a celebrar este aniversario de la consagración visitando ambos países. En junio iré a Roma junto con otros obispos para la visita ad límina y espero volver con buenas noticias. Porque se espera al Papa con muchas ganas".
Según cuenta el Obispo, durante los años 70 la población católica se reducía en Estonia a seis o siete personas, "en la Europa luterana el catolicismo estuvo prohibido durante siglos".
En los 80 hubo grandes represiones en la libertad religiosa, pero bajo la regla de que mientras que una persona quisiera frecuentar una iglesia católica, ésta debería permanecer abierta. A pesar de las presiones del gobierno los católicos consiguieron mantener abiertas dos iglesias, una en Tallin, la capital y otra en Tartu, la ciudad universitaria por excelencia.
Actualmente los católicos en el país alcanzan los 6.000, hay 15 sacerdotes e incluso ha habido algunas vocaciones a la vida religiosa, pero Mons. Jourdan cuenta a ACI Prensa que su mayor ilusión sería "poder dejar un obispo de nacionalidad estonia cuando muriera, porque eso significaría que ha habido más conversiones y más vocaciones al sacerdocio en el país".
"Siendo tan pocos católicos nos sentimos más unidos, somos más familia, tenemos un mayor sentido de pertenencia que en los países de tradición cristiana. Por eso ser Obispo allí es ser mucho más padre que en cualquier otro sitio", explica.
Mons. Jourdan llegó como sacerdote a Estonia en 1996 enviado por Juan Pablo II quien pidió al Opus Dei que fuera a iniciar su labor en los países bálticos. "Yo no tenía nada que ver con Estonia antes y ahora soy de nacionalidad estonia. La providencia divina hace muy bien las cosas, porque yo no puedo explicar si no mi vida de otra manera", afirma.
En el año 2005 fue nombrado Obispo y administrador apostólico de Estonia, 63 años después de que su predecesor Mons. Eduard Profittlich muriera tras la ocupación soviética en 1942. "Este Obispo fue mártir y podría ser el primer santo de la Iglesia católica de Estonia. Le condenaron a muerte por espionaje con el Vaticano al inicio de la II Guerra Mundial cuando entraron las tropas rusas en el país, pero la condena no llegó a ejecutarse porque murió antes de agotamiento, hambre y enfermedad en un campo de concentración", asegura el Prelado.