Christoph Graf tiene 54 años, está casado y tiene dos hijos. Es el nuevo comandante de la Guardia Suiza Pontificia, que tradicionalmente resguarda al Santo Padre, y afirma que ante la posible amenaza de los terroristas del Estado Islámico "estamos listos para intervenir".
En una entrevista concedida al diario italiano Il Giornale y publicada el 18 de febrero, Graf explica que ante las recientes amenazas de los extremistas musulmanes en Medio Oriente –que han señalado que ahora quieren "ir por Roma"–, "hemos pedido a los guardias estar más atentos, observar bien el movimiento de las personas. No podemos hacer más".
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"Lo que ha sucedido en París puede suceder aquí y no se puede prevenir sin un servicio de inteligencia que tiene información precisa". "Estamos listos para intervenir. Nuestra tarea es la seguridad y estamos bien organizados como los gendarmes. Estamos listos si sucede cualquier cosa", explica Graf.
Sobre su designación, el comandante de la Guardia Suiza afirma que "el Papa me ha preguntado si estaba disponible y podría haber dicho que no. Pero creo que esta es una misión y he respondido que 'sí', porque veo un proyecto del Señor. Sé que hay varias cruces que cargar (risas), pero confío en la ayuda de Dios".
Al ser preguntado sobre si el Santo Padre le teme a algo, el comandante de la Guardia Suiza afirma que "creo que el Papa no le tiene miedo a nada. Se ve cómo se mueve, ama la cercanía con las personas. Puede suceder cualquier cosa pero se ve que no tiene miedo".
Graf indica también que "nos espera un futuro en el que será difícil encontrar guardias suizos y esto depende también de la situación de la Iglesia y de la fe, además por el asunto de la (baja) natalidad".
"Mi sueño –resaltó– es tener guardias a disposición en Suiza, jóvenes que tengan la voluntad de venir aquí a servir al Papa".
La Guardia Suiza Pontificia fue establecida por el Papa Julio II en 1506, para su protección personal.
El bautismo de fuego del Cuerpo tuvo lugar el 6 de mayo de 1527, durante el saqueo de Roma. Ese día, 147 de los 189 guardias murieron luchando contra las tropas del Emperador Carlos V para permitir al Papa Clemente escapar, escoltado por los guardias suizos restantes.
En memoria de ese día, los guardias juran todos los años defender al Romano Pontífice hasta dar su propia vida.