El Patriarca caldeo Louis Raphael Sako I dirigió a sus compatriotas musulmanes una invitación especial con motivo del inicio de la Cuaresma. El Arzobispo exhortó a los musulmanes para que en este tiempo litúrgico ayunen juntos para obtener "lo antes posible el don de la paz, la estabilidad y una vida digna en nuestro país y en todo Medio Oriente".
El llamado del Patriarca tiene una especial importancia considerando la masacre que desde hace un buen tiempo perpetran los terroristas del Estado Islámico que han acabado con la vida de miles de cristianos en la región y que en los últimos días decapitaron a 21 cristianos más en Libia.
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"El tiempo de Cuaresma –se lee en el mensaje del Patriarca– es un tiempo favorable para el arrepentimiento, la conversión y la reconciliación con uno mismo, con Dios y con los demás. Tratemos de aprovechar este tiempo para la oración, la reflexión, el discernimiento y el examen de conciencia, y también para restaurar la armonía, visto que la división es un pecado".
El Patriarca señala que "es necesario promover la fraternidad, la cooperación y la convivencia mediante la construcción de buenas relaciones entre todos nosotros, y dando prioridad al perdón, la reconciliación y el bien común, aunque absteniéndose de cometer actos de intolerancia y perpetuar los conflictos que crean malestar".
Para el patriarca caldeo el tiempo de cercanía de Pascua es "apropiado para hacer penitencia, convertirse y reconciliarse" con Dios y con los demás.
Recuerda también las difíciles condiciones de los desplazados, que huyen de Mosul y pueblos de la llanura de Nínive de la violencia del Estado Islámico.
El Prelado invita a "promover la hermandad", dando "prioridad al perdón" y abstenerse de "actos de fanatismo". Por último, pide: "Amar al país" como a un padre o una madre y "amar a la Iglesia" en este período de fuerte renovación.
El Patriarca pide a los fieles católicos "amar a nuestra Iglesia. Regresar a las fuentes más puras y reconstruir su unidad, por lo que puede ser una autoridad espiritual, cultural y moral, con el fin de cumplir con su vocación y misión en la sociedad. Para ello hay que consolidar nuestra presencia cristiana en Irak y el Medio Oriente. Nosotros, como cristianos, somos testigos de la esperanza, somos portadores de una historia, de una civilización y un mensaje".
"Pasamos por situaciones mucho más duras que en la actualidad, sólo por mencionar uno, las masacres de Safarberlik hace un siglo. Por esto tenemos que aguantar y no darnos por vencido, renovando nuestra fe en el futuro", concluyó.