"Tener a un hermano, una hermana que te quiere es una experiencia fuerte, impagable, insustituible", remarcó el Papa Francisco en la mañana del miércoles durante la Audiencia General, quien recordó que los cristianos "van al encuentro de los pobres y débiles no para obedecer un programa ideológico, sino porque la palabra y el ejemplo del Señor nos dice que todos somos hermanos".
Después de hablar sobre la madre, el padre y los hijos, el Pontífice aprovechó la audiencia pública del miércoles para explicar la importancia que tienen los hermanos en la familia y en la sociedad. "'Hermano' y 'hermana' son palabras que el cristianismo ama mucho" y "gracias a la experiencia familiar, son palabras que todas las cultura y todas las épocas entienden", afirmó.
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Haciendo un repaso en "la historia del pueblo de Dios, que recibe su revelación en la vivencia de la experiencia humana", subrayó que también "el salmista canta la belleza de la relación fraterna y dice: '¡Qué bueno y agradables que los hermanos vivan unidos!'".
"Esto es verdad. La hermandad es bella. Jesucristo ha llevado a su plenitud también esta experiencia humana de ser hermanos y hermanas, asumiéndola en el amor trinitario y potenciándola de tal manera que vaya mucho más allá de los lazos del parentesco y pueda superar todos los muros de la extrañeza", señaló.
Cuando la relación entre los hermanos se arruina, "se abre el camino a experiencia dolorosas de conflicto, de traición, de odio". Como ocurrió en el caso de Caín y Abel, que "constituye el ejemplo de este resultado negativo" y que continúa repitiéndose en cada generación y época, dijo el Papa.
"La pregunta de Dios a Caín: '¿Dónde está tu hermano?' no cesa de resonar a lo largo de la historia", reconoció.
La relación de fraternidad que se forma en la familia entre los hijos "se produce en un clima de educación en la apertura a los otros, es la gran escuela de libertad y de paz". Y "quizás, no siempre somos conscientes, pero ¡es la propia familia la que introduce la fraternidad en el mundo!".
En esta experiencia "nutrida de los afectos y de la educación familiar", la fraternidad "se irradia como una promesa sobre toda la sociedad y sobre las relaciones entre los pueblos".
De esta manera, "la bendición que Dios, en Jesucristo, derrama sobre estos lazos de fraternidad, lo dilata de una manera inimaginable, haciéndolo capaz de traspasar toda diferencia entre naciones, de lengua, de culturas e incluso de religiones".
"La historia ha demostrado suficientemente, por otra parte, que también la libertad y la igualdad, sin fraternidad, pueden llenarse de individualismo y de conformismo, incluso de intereses".
En este sentido, "la fraternidad en la familia resplandece de modo especial cuando vemos el cuidado, la paciencia, el afecto con el que se rodea al hermanito y la hermanita más débil, enfermo, o que tiene alguna dificultad. Los hermanos y hermanas que hacen esto son muchísimos, en todo el mundo, y quizás no apreciamos lo suficiente su generosidad", dijo Francisco.
Y "del mismo modo sucede para la fraternidad cristiana". "Los más pequeños, los más pobres deben enternecernos: tienen el 'derecho' de tomarnos el alma y el corazón".
Cuando así ocurre, "cuando los pobres están como en casa, nuestra misma fraternidad cristiana recobra vida. Los cristianos, en efecto, van al encuentro de los pobres y débiles no para obedecer un programa ideológico, sino porque la palabra y el ejemplo del Señor nos dice que todos somos hermanos".
Y éste "es el principio del amor de Dios y de toda justicia entre los hombres".
En este punto, el Papa pidió rezar en silencio por los propios hermanos y hermanas y después subrayó que "hoy más que nunca es necesario volver a llevar la fraternidad al centro de nuestra sociedad tecnocrática y burocrática: entonces la libertad y la igualdad tomaran su justa entonación".
Por último, Francisco pidió "no privar" a "nuestras familias por temor o por miedo, de la belleza de una amplia experiencia fraterna de hijos e hijas" y además, "no perdamos nuestra confianza en la amplitud de horizontes que la fe es capaz de traer de esta experiencia, iluminada por la bendición de Dios".
Después de realizar los saludos en diferentes idiomas, el Papa Francisco habló en italiano sobre el tiempo de Cuaresma que comienza este miércoles. "Es un tiempo favorable para intensificar su vida espiritual: que la práctica del ayuno les sea de ayuda, queridos jóvenes, para obtener el dominio de ustedes mismos; que la oración sea para ustedes, queridos enfermos, el medio para confiar a Dios sus sufrimientos y sentir su presencia amorosa; y que las obras de misericordia los ayuden, queridos esposos, a vivir vuestra existencia conyugal abriéndola a la necesidad de los hermanos".