Con una gran sonrisa, el Cardenal Luis Héctor Villalba, Arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Tucumán (Argentina), ha recibido hoy de su viejo amigo el Papa Francisco el birrete rojo y el anillo, signos de su nueva elevación cardenalicia.
El nuevo Cardenal trabajó codo con codo en la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina junto al entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco. Para muchos, esta elevación es considerada como un gesto de reconocimiento a su servicio a la Iglesia.
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En declaraciones a ACI Prensa en el recibimiento del Palacio Apostólico en el Vaticano, el nuevo Purpurado aseguró que "estoy muy contento, conozco mucho al Papa Francisco, me siento muy cercano a él y creo que fue una gracia que me creara cardenal".
"Es una gracia para Argentina y Tucumán, la zona donde yo vivo y donde comenzó la evangelización en Argentina", aseguró.
Con 80 años de edad y 55 años de sacerdocio, el Cardenal Villalba espera ahora que su amigo, el Papa Francisco, lo visite con motivo del Congreso Eucarístico, que se celebrará en Tucumán en junio de 2016.
Actualmente el Cardenal Villalba reside en la Capilla La Santa Cruz, perteneciente a la jurisdicción parroquial de la Parroquia San Martín de Porres. Allí celebra misa y dedica un considerable tiempo a atender confesiones y ofrecer acompañamiento espiritual.
Junto al Cardenal Villalba fueron elevados 19 nuevos cardenales. Cinco de ellos no pudieron asistir a la Basílica de San Pedro en el Vaticano, y recibieron la birreta y el anillo en sus diócesis.
Durante la ceremonia, el nuevo Cardenal se aproximó al Santo Padre y se arrodilló ante él para recibir el birrete cardenalicio, el anillo cardenalicio y la asignación de un Título o Diaconía.
El nuevo escudo episcopal del Purpurado argentino mantiene el color verde de la bandera que enmarca con un cordero junto a un báculo pastoral dorado, mientras que una cruz dorada de doble travesaño sirve de estandarte para la bandera, y se mantiene el lema "Apóstol de Jesucristo". La composición está coronada por el característico sombrero púrpura propio del escudo de los cardenales.