Este martes 3 de febrero el Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce el martirio de los sacerdotes polacos Michele Tomaszek (31) y Zbigneo Strzalkowski (33), de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales asesinados el 9 de agosto de 1991 por el grupo terrorista maoísta Sendero Luminoso que por esos años sembraba el terror en el Perú.
Ambos jóvenes franciscanos trabajaban pastoralmente en la localidad de Pariacoto, en los Andes de Ancash (Perú), país donde vivían hacía once años y que por entonces intentaba salir de la profunda crisis económica en que se encontraba, mientras los terroristas de Sendero Luminoso seguían asesinando miles de civiles y autoridades en pueblos y ciudades incluyendo la capital, con el fin de instaurar un régimen comunista.
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En ese sentido, la labor evangelizadora que realizaban los dos sacerdotes con los pobres de Pariacoto –donde llevaban tres años– era considerada una amenaza por los terroristas, pues no dejaban que el odio se apoderara de los corazones de los fieles. Sin ese odio, Sendero no podía tener más miembros para su lucha armada.
Así, al ver que sus amenazas no afectaban el trabajo pastoral de los franciscanos, el 9 de agosto de 1991 los senderistas deciden llenar de pintas las paredes de los edificios de la plaza de Pariacoto. Al anochecer, armados y con los rostros cubiertos, arrestan al alcalde.
Paralelamente fray Zbigniew exponía en la iglesia el Santísimo Sacramento, mientras esperaba a su compañero para celebrar la Misa. Una vez concluida la Eucaristía, cierran el templo. Al rato aparecieron unos hombres encapuchados que tocaron la puerta y reclamaron la presencia de los sacerdotes "para hablar con ellos".
Apenas los vieron, les ataron las manos y se los llevaron en la camioneta de la misión. Fueron trasladados junto con el alcalde a Pueblo Viejo. Durante el camino, los terroristas sometieron a los sacerdotes a un "interrogatorio", acusándolos de "engañar a la gente" e "infectar a las personas mediante la distribución de alimentos de la imperialista Caritas". E incluso los acusaron de adormecer "el ímpetu revolucionario con la predicación de la paz". Posteriormente, cuando llegaron a las inmediaciones del cementerio, los ejecutaron a todos.
La Conferencia Episcopal Peruana condenó el asesinato de ambos misioneros y señaló que "la Iglesia, una vez más comprometida en la creación de la Civilización del Amor en nuestro pueblo, rechaza enérgicamente esta ignominia sangrienta que no abre ningún camino de salvación en la situación crítica que afronta el Perú".
Asimismo, al enterarse de la noticia, San Juan Pablo II afirmó que ambos frailes "son los nuevos mártires del Perú". En aquel momento estaba con el Papa un franciscano, el P. Jarek Wysoczanski, el "tercer compañero" de fray Michele y fray Zbigniew, que sobrevivió a la tragedia porque estaba en Polonia para asistir al matrimonio de su hermana.
Días después del asesinato, una religiosa que colaboraba en la misión dijo que lo ocurrido le parecía un sueño, "me impresiona una vez más en Miguel y Zbigniew su fidelidad al Señor y a este pueblo andino, y la voluntad de ser consecuentes con lo que predicaron. Recuerdo su entusiasmo por la vocación franciscana y misionera y su disponibilidad para el servicio, a pesar, tantas veces, del mucho cansancio".
"Permanecieron allí hasta el final. Eso no se improvisa, es un don. Vi a Zbigniew unos días antes de su martirio, le pregunté si estaban amenazados, sonrió y dijo: 'No podemos abandonar al pueblo. Nunca se sabe, pero si nos matan, que nos entierren aquí'. A Miguel lo vi un mes antes, vivía como si no pasara nada, abandonado en Dios. Ambos, hombres de Dios, tal vez vivían pensando que todavía no era su hora; sin embargo, fue la hora de Dios", relató la religiosa.
El martirio de los dos sacerdotes polacos fue reconocido este martes por el Papa Francisco, junto al martirio del sacerdote italiano Alessandro Dordi, asesinado también por Sendero Luminoso 16 días después.