El Obispo de San Sebastián (España), Mons. José Ignacio Munilla, advirtió que el atentado contra la revista Charlie Hebdo en Francia y los hechos que siguieron alertan del riesgo de un "choque de trenes", entre el fundamentalismo islámico de Oriente y el fundamentalismo laicista de Occidente, donde el relativismo hace creer que la blasfemia y el irrespeto es inherente al concepto de libertad.
Como se recuerda, el 7 de enero la revista Charlie Hebdo –conocida por burlarse e insultar a políticos y líderes religiosos– fue atacada por fundamentalistas musulmanes, quienes al momento de abandonar la sede afirmaron que habían "vengado" las viñetas blasfemas que se habían publicado de Mahoma.
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Sin embargo, luego de las marchas solidarias en París y otras ciudades, los redactores decidieron editar la revista publicando nuevamente caricaturas de Mahoma e incluso del Papa Francisco. Esto provocó protestas en varios países de mayoría islámica, incluso ataques violentos contra los cristianos en Níger, donde varias iglesias fueron quemadas.
"Lo acontecido en las semanas precedentes –advirtió Mons. Munilla–, deja patente el riesgo de un choque de trenes entre un Oriente amenazado por el fundamentalismo fanático, y un Occidente amenazado por el relativismo laicista".
"Sí, se trata de dos modos muy diversos de fundamentalismo, pero, ambos errados. Y, es obvio que quienes vivimos en Europa, identificamos con mucha mayor facilidad el fundamentalismo de Oriente, que el de casa… Sin embargo, en estos días hemos sido testigos de diversos signos que evidencian la existencia también de ese fundamentalismo occidental", indicó durante la Misa en honor a San Sebastián.
Mons. Munilla dijo que "el hecho de que se haya pretendido reivindicar el derecho a la blasfemia, como algo inherente al concepto occidental de libertad, es muestra de nuestra profunda crisis de relativismo, además de ser un profundo error desde el punto de vista estratégico, ante el resto del mundo. Sería terrible tener que elegir entre una fe patológica y un laicismo blasfemo e irrespetuoso".
El Obispo criticó que se haya querido culpar a la religión como causa de la violencia. "Según esta acusación, la fe religiosa se creería en posesión de la verdad, de donde nacería toda violencia. En definitiva, la acusación de Marx de que la religión es el opio del pueblo, sería cierta, por lo que el mundo estaría condenado a seguir en guerra mientras la humanidad no superase el hecho religioso".
"Quienes hacen este tipo de reflexiones antirreligiosas –señaló–, olvidan que en la historia de la humanidad se ha ejercido la violencia en nombre de Dios; como también se ha ejercido la violencia en nombre del ateísmo (al grito de 'la religión es el opio del pueblo', decenas de millones de personas fueron asesinadas en el siglo XX); como también se ha ejercido la violencia en nombre de la libertad (¡recordemos la guillotina francesa!); o en nombre de la raza, del dinero, del deporte, etc.".
"Y es que… ¡todo son excusas para eludir la propia responsabilidad! Las causas esgrimidas para justificar la violencia son una mera coartada; olvidando que el egoísmo, el materialismo, la soberbia, el deseo de poder, los celos, la envidia… son las verdaderas causas de la violencia", afirmó.
Mons. Munilla advirtió que "ese choque de trenes (…) se agrava por las políticas internacionales de los países occidentales, que por ignorar el hecho religioso, han cometido errores gravísimos, los cuales no han hecho sino dar alas a los fanatismos religiosos en Oriente".
En ese sentido, señaló que "la manera de luchar contra el yihadismo no puede ser la burla del hecho religioso, ni la reivindicación de una libertad de expresión para faltar al respeto".
"Nuestro Papa Francisco ha tenido la valentía de decir en el contexto de su viaje a Asia, que la libertad de expresión tiene sus límites. Sus palabras han sido criticadas, pero sin duda alguna, aportan una bocanada de aire fresco en medio de la confusión: La religión se pervierte cuando justifica la violencia; y la libertad de expresión se corrompe cuando falta al respeto".
El Prelado advirtió que no se puede elegir "entre una fe fanática y patológica, por un lado; y un materialismo hedonista e irrespetuoso del hecho religioso, por otro".
Por lo tanto, "la alternativa al fundamentalismo yihadista no es la blasfemia ni el relativismo de una sociedad sin valores espirituales, sino una sociedad abierta al verdadero sentido religioso de la vida, en la que se practique el respeto, el encuentro y el diálogo entre todas las religiones, así como el encuentro y diálogo constructivo entre creyentes y no creyentes".