Desmarcándose del apoyo del partido al que pertenece -la Democracia Cristiana- a la despenalización del aborto en Chile, el Exministro de Salud del pasado Gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994), Jorge Jiménez, expresó su rechazo a esta práctica y comparó la situación del aborto a la de los desaparecidos durante la dictadura militar.
En entrevista con el diario La Segunda, el 12 de enero, Jiménez contó la experiencia de su hija en Estados Unidos: "A mi hija, que vive en Estados Unidos, le detectaron, durante el embarazo, que tenía muy elevada una proteína que se asocia a la espina bífida. Eso podía hacer que no se cerrara el canal neural (y las últimas vértebras de la columna) y, en consecuencia, que el niño naciera con parálisis en las piernas o dificultades para caminar. Por eso le ofrecieron abortar".
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Su hija, sin embargo, rechazó la oferta y, gracias a eso, Jiménez puede contar hoy que "Este nieto que tengo aquí -de fondo de pantalla de su computador-tiene nueve meses" y está sano.
Al comparar el aborto con el tema de los desaparecidos el Exministro dijo que "es como los desaparecidos, pasa lo mismo que con la desaparición de un cuerpo. La gente que nunca más vio a su hijo porque lo secuestraron y luego lo asesinaron (como en México, Argentina o Chile) queda con una herida para siempre".
El pediatra y actual profesor de la Escuela de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica explicó que, cuando se hace un aborto por inviabilidad fetal "la mujer nunca sabrá cómo iba a ser ese niño, no lo va a ver… y tiene que verlo. Conozco casos de mujeres que nunca han visto a sus hijos cuando nacieron y que después han muerto; esas mujeres quedan con un vacío enorme por no haber podido verlo".
El Doctor Jiménez relató su propia experiencia ante la pérdida de su hijo: "Yo perdí un hijo de 29 semanas que nació prematuro porque tenía RH negativo. Yo lo recibí y traté, porque era pediatra del hospital Roberto del Río, pero mi señora casi no lo vio, apenas cuando lo sacaron en la cesárea y luego cuando murió. Para nosotros fue un drama. Para mí fue terrible porque murió en mis brazos, pesaba un kilo 400 gramos e hicimos todo lo posible, pero era 1974 y no había respiradores".
En toda esta experiencia que Jiménez relata, fue su mujer la que más sufrió: "Mi señora tuvo un daño mucho mayor, porque ella prácticamente no lo vio. Si uno hace una comparación, es como que lo secuestran y quedó desaparecido. Es preferible ver al niño y acompañar a los padres en el proceso de dar a luz a un niño no viable, porque el duelo es necesario. Esperar a que se muera es mucho más humano que abortarlo".