El Papa Francisco celebró este viernes su segunda Misa de 2015 en la capilla de la Casa Santa Marta, donde habló de la acción del Espíritu Santo en el hombre y de los motivos que hacen que una persona se encierre en sí misma, como las experiencias dolorosas, pero también el orgullo y la vanidad; circunstancias que son disipadas cuando la persona se abre al amor de Dios, que lo hace libre.
El Pontífice denunció que el yoga jamás podrá enseñar a un corazón a "sentir" la paternidad de Dios, ni un curso de espiritualidad zen lo volverá más libre para amar ya que este poder sólo lo tiene el Espíritu Santo.
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"¿Quién nos enseña a amar? ¿Quién nos libera de esta dureza? Tú puedes hacer mil cursos de catequesis, mil cursos de espiritualidad, mil cursos de yoga, zen y todas estas cosas. Pero todo esto jamás será capaz de darte la libertad de hijo. Es sólo el Espíritu Santo quien mueve tu corazón para decir 'Padre'. Sólo el Espíritu Santo es capaz de disipar, de romper esta dureza del corazón y hacer un corazón… ¿blando?… No sé, no me gusta la palabra… 'Dócil'. Dócil al Señor. Dócil a la libertad del amor", afirmó.
El Papa meditó el episodio del Evangelio de Marcos sobre la multiplicación de los panes y de los peces en el que los discípulos se asustan al ver a Jesús que camina hacia ellos sobre el agua. El Papa aclaró que los apóstoles no comprendieron el milagro de los panes porque "su corazón estaba endurecido".
Cree que "un corazón puede ser de piedra por muchos motivos", como por "experiencias dolorosas". En la Escritura les sucede a varios: Los discípulos de Emaús, temerosos de hacerse ilusiones "otra vez", o a Tomás. El Pontífice también indicó que "otro motivo que endurece el corazón es la cerrazón en sí mismo".
A este respecto señaló que se trata de "hacer un mundo en sí mismo, cerrado". "En sí mismo, en su comunidad o en su parroquia, pero siempre cerrazón. Y la cerrazón puede girar en torno a muchas cosas: pensemos en el orgullo, en la suficiencia, pensar que yo soy mejor que los demás, también en la vanidad, ¿no?"
El Papa dijo que también "existen el hombre y la mujer espejo, que están encerrados en sí mismos para verse a sí mismo continuamente, ¿no? Estos narcisistas religiosos, ¿no? Tienen el corazón duro, porque están cerrados, no están abiertos. Y tratan de defenderse con estos muros que crean a su alrededor".
Pero también está quien se atrinchera detrás de la ley, aferrándose a la "letra" a lo que establecen los mandamientos. Aquí lo que endurece el corazón es un problema de "falta de seguridad", dijo el Papa.
Para Francisco, quien busca solidez en lo que dicta la ley está seguro como "un hombre o una mujer en la celda de una cárcel detrás de los barrotes: Es una seguridad sin libertad". Es decir, lo opuesto de lo que "vino a traernos Jesús, la libertad".
A su vez, "el corazón, cuando se endurece, no es libre y si no es libre es porque no ama".
"El amor perfecto disipa el temor: En el amor no hay temor, porque el temor supone un castigo y quien teme no es perfecto en el amor. No es libre. Siempre tiene temor de que suceda algo doloroso, triste. Que me vaya mal en la vida o que ponga en peligro mi salvación eterna… Tantas imaginaciones porque no ama. Quien no ama no es libre. Y su corazón estaba endurecido, porque aún no habían aprendido a amar", señaló el Papa, para luego asegurar que solo el Espíritu Santo es capaz de romper la dureza del corazón y hacerlo dócil al Señor.