El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile envió un saludo por Navidad "a todos los hombres y mujeres que atesoramos la Navidad como un tiempo de gracia, como una fiesta que renueva nuestro espíritu y que nos abre a sentimientos nobles y nos fortalece en la fraternidad".
Los obispos destacaron que esta celebración es mucho más que el cumpleaños de Jesús, pues "es la manifestación plena del inmenso amor de Dios hacia todos nosotros. El Niño de Belén es también el Profeta del Reino, el Cordero de Dios en la cruz, el Resucitado que vive y que conduce nuestra Iglesia. A Él lo proclamamos como el centro de nuestra fe, fuente de esta Navidad y motivo de nuestra alegría".
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En tanto en La Serena, ciudad al norte de Chile, el Arzobispo de esa diócesis, Mons. René Rebolledo Salinas, instó a meditar también sobre el auténtico sentido de la fiesta durante la bendición de un árbol de 15 metros de altura y un pesebre instalado al costado de la Catedral el pasado 12 de diciembre.
Mons. Rebolledo invitó de forma especial a acercarse con confianza al pesebre y contemplar en el "Niño de Belén a quienes, entre nosotros, están sufriendo", para que esta Navidad sea una oportunidad para entregar un gesto de "amor y paz, cercanía y solidaridad, diálogo y escucha".
En cuanto al árbol de Navidad, el Prelado explicó que el real sentido de esta tradición es recordar que Cristo es el Árbol de la vida. "Él nos invita a ver su luz a través de este árbol. Él, la Luz, con su nacimiento nos conduce a Dios, su Padre".
En el sur de Chile, el Obispo de Villarrica, Mons. Francisco Javier Stegmeier, afirmó, en un mensaje dirigido a los fieles, que "tanto la primera como la segunda venida del Señor son motivos de alegría y esperanza para los cristianos, pues ambas hacen referencia a nuestra salvación de los pecados y al nacimiento en Dios del hombre nuevo a semejanza de Jesucristo".
Asimismo, el Obispo alentó a los fieles a "vivir expectantes de Cristo", es decir, en total dependencia a Jesús y su voluntad. Esto, aseguró, permite no quedarse atrapado en el pasado ni angustiarse por lo que vendrá.