El Papa Francisco tuvo este lunes un encuentro con los trabajadores de la Santa Sede, a quienes agradeció por la labor que realizan al servicio de la Iglesia y los llamó a cuidar de la vida familiar y espiritual, así como evitar que la Navidad se convierte en una fiesta de consumo; asimismo, los invitó a reflexionar sobre el discurso que horas antes dirigió a la Curia Vaticana.
Francisco dedicó unas palabras a los trabajadores italianos, que ''durante toda la historia de la Iglesia y de la Curia Romana han trabajado habitualmente con ánimo generoso y fiel, poniendo al servicio de la Santa Sede y del Sucesor de Pedro, su singular laboriosidad y su devoción filial, sosteniendo a los grandes santos, Papas, mártires, misioneros y artistas que ninguna sombra podrá empañar jamás''.
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Luego se refirió a los trabajadores provenientes de otros países ''que trabajan generosamente lejos de su Patria y de sus familias, y que representan para la Curia el rostro de la Catolicidad de la Iglesia''.
El Papa animó a todos a meditar sobre el texto que un par de horas antes leyó a la Curia, para que también hicieran ''un examen de conciencia en preparación de la Santa Navidad y del Año Nuevo'', exhortándoles a acercarse a la Confesión ''con ánimo dócil para recibir la misericordia del Señor que llama a la puerta de nuestro corazón, en la alegría de la familia".
"Gracias a su compromiso diario y a su esfuerzo, la Curia se expresa como un cuerpo vivo y en camino: un mosaico real rico de fragmentos: diversos, necesarios y complementarios... aquellos miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios; y las partes del cuerpo que nos parecen menos honrosas son a las que otorgamos un mayor respeto ... Dios ha compuesto el cuerpo, dando más honor a lo que le faltaba, para que no hubiera división en el cuerpo, sino que los miembros tuvieran cuidado los unos de los otros".
Francisco explicó que "cuidar" implica "manifestar interés diligente y preciso que compromete tanto a nuestra alma como a nuestra actividad, hacia alguien o algo; significa mirar con atención a cualquiera que necesite cuidado sin pensar en nada más; significa aceptar el dar o el recibir cuidados".
Por ello, invitó con ocasión de la Navidad, a cuidar la vida espiritual, la relación con Dios, cuidar la vida familiar y la relación con los demás. "Cuidar la forma de hablar purificando la lengua de las palabras ofensivas, cuidar las heridas del corazón con el aceite del perdón. Cuidar el trabajo realizándolo con entusiasmo, humildad y pasión".
"Tener cuidado con la envidia, la lujuria, el odio y los sentimientos negativos que devoran la paz interior y nos transforman en personas destruidas y destructivas; tener cuidado también con el rencor, que nos lleva a la venganza, y con la pereza que nos lleva a la eutanasia existencial. Cuidar de los más pobres, los ancianos, los enfermos, los hambrientos y los vagabundos, y cuidar la Santa Navidad, para que no sea una fiesta de consumismo, apariencias, regalos inútiles y derroches", añadió.
Francisco invitó a imaginarse "cómo cambiaría nuestro mundo si cada uno de nosotros comenzase enseguida... Esta es la verdadera Navidad: la fiesta de la pobreza del Dios que se despojó a sí mismo, tomando forma de esclavo, del Dios que se pone a servir en la mesa y que se esconde de los inteligentes y sabios para revelarse a los pequeños, los simples y los pobres... pero es sobre todo la fiesta de la paz que el Niño Jesús trae a la tierra y que los ángeles cantan".
"Una paz que necesita nuestro entusiasmo, nuestro cuidado para calentar los corazones helados, para animar las almas descorazonadas y para iluminar los ojos apagados con la luz del rostro de Jesús", concluyó.