La audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro ha sido una pequeña fiesta. Sobre todo para el Papa Francisco, que hoy cumple 78 años y ha recibido las felicitaciones de las personas que acudieron a celebrar este acontecimiento con él.
Por si fuera poco, el cumpleaños del Pontífice no podía haber comenzado de mejor manera: mañana soleada en Roma y temperatura agradable. Hoy, más que nunca, la gente le ha hecho notar su cariño y cercanía por el día de su cumpleaños.
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El Papa inició como cada miércoles el recorrido por los viales preparados de la plaza en su papamóvil descubierto. A lo largo del camino, fue recibiendo las felicitaciones de la gente. "¡Felicidades Papa Francisco!" Gritaron algunos. "¡Auguri!" gritaron otros. También se escuchó la canción del Cumpleaños Feliz en varios idiomas, aunque predominaron el español y el italiano.
Entre los peregrinos, muchos llegados desde América Latina y España, incluidos unos 300 bailadores de tango que se sumaron después a otros 2.400 profesionales para bailar en honor del Pontífice en la misma plaza.
Como es habitual, al Papa le acercaron niños para que les bendijera. También recibió algunos obsequios, como un ramo de flores blancas y amarillas, los colores de la bandera del Vaticano o un globo gigante con la inscripción en inglés "Feliz cumpleaños".
El Pontífice, por su parte, no paró de sonreír y de dar las gracias con gestos.
Uno de los momentos más emotivos y divertidos ha sido cuando el Papa se ha parado delante de un grupo de jóvenes seminaristas de los Legionarios de Cristo que tenían preparada una tarta con seis velas. Los miembros de seguridad que acompañaban al Santo Padre cogieron el dulce y se lo acercaron. Él apagó las velas y recibió los aplausos de la gente que tenía alrededor.
Pero la cosa no se quedó ahí. Los jóvenes seminaristas tenían preparado un mate, la bebida preferida el Pontífice y se lo ofrecieron. Francisco acogió con agrado el detalle y lo degustó durante unos segundos.
Pocos minutos después, el vehículo de Francisco acabó el recorrido y paró para que el Papa bajase de él. De nuevo se acercó a este grupo de sacerdotes que le cantaron en ese momento las famosas "Mañanitas" y comenzó a conversar con ellos en español:
"¿De donde son", les preguntó el Pontífice. "Yo soy de Buenos Aires, argentino", dijo uno. "Yo español", explicó otro. "Somos seminaristas en Roma todos. El sábado fueron ordenados 35 sacerdotes compañeros nuestros que están ahí arriba", le dijeron señalando la zona donde se encontraban. Mientras, tomó de nuevo el mate que le habían ofrecido antes y lo bebió mientras seguía la breve charla.
Uno de los jóvenes llevaba en sus manos una figura de la Virgen y el Papa la bendijo. Pero el seminarista se la quiso regalar y el Pontífice le indicó que mejor se la quedaran ellos y así rezaban por él.
El Papa se despidió contento y caminó hacia el altar desde donde se sitúa para la audiencia. Antes, se paró y habló unos segundos con los periodistas, a los que agradeció sus felicitaciones.