En la Misa criolla en la que participaron esta tarde miles de personas en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco hizo una reflexión sobre la Virgen de Guadalupe y el canto de alabanza del Magnificat, que derriba los ídolos como el poder así como los ídolos y las jerarquías del mundo.
En su homilía, pronunciada íntegramente en español, el Santo Padre dijo que "en las maravillas que ha realizado el Señor en María, Ella reconoce el estilo y el modo de actuar de su Hijo en la historia de la salvación. Trastocando los juicios mundanos, destruyendo los ídolos del poder, de la riqueza, del éxito a todo precio, denunciando la autosuficiencia, la soberbia y los mesianismos secularizados que alejan de Dios, el cántico mariano confiesa que Dios se complace en subvertir las ideologías y jerarquías mundanas".
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Por intercesión de la Virgen de Guadalupe, dijo luego el Pontífice, "la fe cristiana fue convirtiéndose en el más rico tesoro del alma de los pueblos americanos, cuya perla preciosa es Jesucristo".
Este patrimonio, resaltó, "se transmite y manifiesta hasta hoy en el bautismo de multitudes de personas, en la fe, esperanza y caridad de muchos, en la preciosidad de la piedad popular y también en ese ethos de los pueblos que se muestra en la conciencia de dignidad de la persona humana, en la pasión por la justicia, en la solidaridad con los más pobres y sufrientes, en la esperanza a veces contra toda esperanza".
El Papa recordó luego que "América Latina es el '¡continente de la esperanza!', porque de ella se esperan nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora".
"Solo es posible custodiar esa esperanza con grandes dosis de verdad y amor, fundamentos de toda la realidad, motores revolucionarios de auténtica vida nueva", agregó.
El Pontífice hizo luego votos para que Santa María de Guadalupe "conduzca de la mano a todos los hijos que peregrinan en estas tierras al encuentro de su Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor, presente en la Iglesia, en su sacramentalidad, y especialmente en la Eucaristía, presente en el tesoro de su Palabra y enseñanzas, presente en el santo pueblo fiel de Dios, en los que sufren y en los humildes de corazón. Que así sea. ¡Amén!"
La Misa criolla
Ya desde primera hora de la tarde, miles de personas recorrían los alrededores de la Plaza de San Pedro y hacían fila para pasar los controles de seguridad y acceder al interior de la Basílica.
La misa comenzó a las 18 horas, ya cuando en Roma no había luz y la ciudad aparecía de noche. Sin embargo, en el interior de la Basílica todo fue luz y alegría para celebrar esta festividad junto a estas miles de personas de latino América que quisieron participar.
La música también fue uno de los elementos que marcaron la celebración y la dotaron de una gran solemnidad, pero a la vez de un júbilo contagioso. La solista que interpretó los cantos compuestos por el célebre Ariel Ramírez fue la popular argentina Patricia Sosa.
Los cantos fueron dirigidos por el hijo de Ramírez, Facundo Ramírez, y su grupo musical, y contó con la colaboración del Coro romano "Música Nueva". Un charango, varias guitarras, una caja de percusión y otros instrumentos dieron las notas festivas de la noche e hicieron las delicias de los presentes.
La primera lectura y el salmo responsorial proclamados durante la liturgia de la palabra fueron en español, y la segunda lectura en portugués. El Evangelio que se proclamó fue el de la Visitación de Isabel a la Virgen María, que se reza también en la oración del Magnificat.
Las peticiones o intenciones que se leyeron después de la homilía fueron en español, portugués, inglés, francés, italiano y en lengua Nahuatl, que fue el empleado por la Virgen cuando se le apareció a Juan Diego, el indígena que con el que conversó y que fue canonizado por San Juan Pablo II.
Durante la comunión, los coros interpretaron dos canciones, una de ellas la popular "Pescador de hombres" compuesta por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin y que tanto gustaba a San Juan Pablo II.
La Misa finalizó con el tradicional y emocionante canto de la Guadalupana que fue cantado con fervor en la Basílica y puso el broche final a una histórica celebración en el Vaticano. El Papa Francisco en ese momento se situó frente a un gran lienzo de la Virgen de Guadalupe que estaba junto al altar, orando frente a la Madre y mientras muchos fieles agitaban banderas de sus países de procedencia de América.
Antes de concluir la eucaristía, al Papa Francisco le presentaron una rosa de plata de la iniciativa "Carrera de la rosa de plata" que cada año va desde Canadá hasta México y es puesta a los pies de la Virgen de Guadalupe al final del recorrido con las intenciones de miles de personas.
La ceremonia fue concelebrada por 750 sacerdotes, la mayoría latinoamericanos que viven o estudian en Roma y cinco cardenales del continente: el mexicano Norberto Rivera Carrera; el brasileño Raymundo Damasceno Assis, el chileno Francisco Errázuriz, el canadiense Marc Ouellet y el estadounidense Sean O'Malley.
Para leer la homilía completa del Papa, ingrese a: https://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-homilia-del-papa-francisco-en-la-misa-por-la-virgen-de-guadalupe-72071/